17. LA CARTA

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NARRA EVAN:

Susan está nerviosa y tocándose la barriga cada dos por tres. La agarro la mano y se la aprieto para que sepa que puede contar conmigo. Estamos en la clínica del ginecólogo para ver si todo va como debe ser, para ver si el niño o niña está sano. Pensábamos en hacer una ecografía, ya han pasado 3 meses y estoy ansioso por ver a mi hijo. O hija.

- ¡Susan Grey! - dice la enfermera.

Me levanto y ella detrás mío. La mujer nos sonríe y nos invita a pasar. Susan está muy nerviosa, y es normal. Nunca se ha hecho una ecografía.

- Hola, Susan. - le dice el doctor a mi novia.

- Hola. - le dice ella tímidamente.

- ¿Qué tal estás? - le dice él sonriente.

- Bien. Con náuseas y esas cosas...

- Es normal, hija. - se me acerca y me da en el hombro levemente. - ¿Qué tal, Evan?

- Bien. - le digo sonriente. Este hombre siempre me ha caído bien, desde que venimos a que compruebe si Susan y el bebé están bien.

- Bueno, vamos a ver a la criatura.

El doctor aplica una crema gelatinosa encima de la barriga de Susan y la extiende con cuidado. Me pongo al lado de ella y la cojo de la mano. Me mira con amor y miedo a la vez. Somos padres primerizos y el miedo siempre está. El doctor pone el instrumento encima de la barriga de mi novia y automáticamente escuchamos unos latidos. Abro los ojos como platos, asombrado ante la idea de que esos latidos son de mi futuro hijo. Pero lo oigo repetidamente, demasiado rápido para que sea sano. Me fijo en la pantalla que tenemos al lado y no veo absolutamente nada.

Miro a Susan y veo que se cae una lágrima, la cual la limpio al instante y la doy un beso en la cabeza.

- Doctor. - le llamo. Éste no me hace caso y veo como está absorto en sus pensamientos mirando la pantalla. La toca como si fuese algo frágil y estuviese alucinando. En ese momento, abre los ojos como yo hace un instante y nos mira con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Se alegra de que lata tan rápido? ¿Eso no es malo?

- No late rápido. - me dice. Mira a Susan. - Laten perfectamente.

Nos quedamos pensando y en ese momento Susan se da cuenta, pero yo no lo pillo. Pero...

- Espere... - le digo. Miro a Susan y veo que se le forman lágrimas mientras sonríe. Y ahí es cuando me doy cuenta. - ¿¡Laten!? ¿¡Hay...!?

- ¡Dos! - nos dice el doctor emocionado. - Y todavía no lo sé con certeza, - nos sigue diciendo. - pero creo que son niño y niña.

- Dios mío... - dice Susan llevándose la mano s la boca. La acaricio la cabeza y me mira. - Gemelos. - dice riéndose con alegría.

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NARRA VANESSA:

- ¡VANESSA! - chilla mi tío abriendo la puerta y levantándome del suelo. - ¿¡TE HAS VUELTO COMPLETAMENTE LOCA!?

¿Por qué me ha ayudado ese hombre?

- ¿Vanessa?

¿Quién era? Es el enemigo, joder. ¿Por qué coño lo ha hecho?

- VANESSA.

Noto un zarandeo y vuelvo en mí. Le miro perpleja. No sabía ni que me estaba llamando.

- Dime. - le digo un poco desorientada.

- ¿Estás... bien? - me pregunta un poco preocupado por mi pequeño trance.

- Sí... Simplemente me ha parecido extraño que uno de los hombres de Patrick me salvara la vida...

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