Capitulo Cuarenta Y Cinco

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La casa permanecía en silencio. Cada uno en un cuarto distinto. Federico había agarrado unas almohadas y unas sábanas para dormir en el escritorio. Quería darle ese espacio que Florencia había pedido, pensando en que quizás a la mañana siguiente, cuando ya estén más calmados, podrían hablar.
Mientras que Florencia se encontraba en su cuarto. Guardando ropa en una valija junto al resto de sus cosas más preciadas. No podía seguir ni un minuto más en esa casa. Verle la cara a Federico le haría mal. No lo soportaría.
-"Mami"- dijo mirando a su árbol -"Está vez te voy a dejar"- se seca la punta de la nariz mientras sus lagrimas caían -"Dame tiempo y prometo venirte a visitar, aunque sea a escondidas."
Toma el teléfono y llama a Matías. Le pide por favor que la pase a buscar y la lleve a un lugar para que pueda dormir. Necesitaba estar lejos y Matías parecía un buen aliado para ayudarla. Le dijo que en cinco minutos estaría, así que terminó de acomodar todo.
Antes de salir, dejó sobre la cama una carta, era para Federico.

"Federico.
Lo que ví anoche fue como darme un puñetazo en el corazón. Me traicionaste. Me lastimaste como nunca pensé que alguien me lastimaría.
Te brindé todo mi amor y mi confianza, pero fue en vano.
Lo único que nos unirá a partir de ahora, será un profundo dolor y un/a hermoso/a hijo/a que compartiremos. Estarás al tanto de absolutamente cada consulta que me haga hasta que nazca, y luego coordinaremos para que lo/a puedas ver.
Gracias por haberme enseñado a amar como nunca creí amar a nadie.
Hasta nunca.
Florencia."

Bajó sigilosamente las escaleras.
Era un mar de lagrimas.
Antes de salir, se dirigió hasta la puerta del escritorio en donde se encontraba Federico. Se la quedó mirando por un rato mientras recordaba todo lo vivido junto a él, acompañada del dolor y de sus lagrimas cayendo por sus mejillas.
Toma aire y se regresa hacia la puerta de entrada. Mira la casa con un amor y una sonrisa.
-"Gracias por todo"- dijo abriendo la puerta cuidadosamente y saliendo.

Al oír que había movimiento, Federico sale del escritorio y mira hacia la puerta. Temía que sus sospechas sean ciertas así que decide ir a comprobarla.
Sube las escaleras en dirección hacia su cuarto, en donde se suponía que Florencia este durmiendo.
Abre la puerta sigilosamente pero se llevó una sorpresa. Ella no estaba. Su cara de tristeza se pudo notar al ver que el cuarto estaba completamente vacío excepto por los muebles, el árbol y una carta sobre la cama.
-"No, por favor, no"- se dijo tomando la carta y abriéndola.
Mientras la leía su rostro se iba desfigurando. Sentía dolor.
No podía creer que tan estupido era de haber caído en la trampa. Sabía quién estaba detrás de todo esto e iba por venganza. Lograron lo que se propusieron, separarlos.
Sin poder contener el dolor, se tira sobre la cama. Cómo un niño pequeño, comienza a llorar desconsoladamente. No entendía porqué a él. Qué había hecho para merecerlo?. Muchas dudas abrumaron su cabeza.

-"Es Federico"- dice Matías mirando a Flor.
-"No lo atiendas"- le ruega mientras estaban en el auto.
-"Yo entiendo que estes mal, pero debe haber una explicación para todo esto..."
-"No lo intentes de justificar"- dijo con la voz rota -"Me traicionó y de la peor manera."
-"No lo intento justificar Flor"- corta el teléfono y le toma las manos -"Yo lo conozco desde que somos muy chicos y sé que él es incapaz de una cosa así."
-"Pero luego de lo qué pasó, te das cuenta que muchas veces, por más que creas conocerlas al cien, las personas terminan siendo otra cosa"- lo miró con ojos de dolor. Sabía que nada la haría cambiar de opinión. -"Arranca por favor"- miró hacia el frente sería.

Matías la llevó hasta el galpón. Era solamente por esa noche. Sabía que Federico no la iría a buscar ahí pero tampoco quería correr el riesgo. Se armó una cama con un par de mantas y se fue a dormir, mañana a primera hora debía irse lo más lejos posible.

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