Extra 1: Jiang Cheng y sus hijos.

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Cierto líder de secta estaba descansando sentado en el borde del muelle, sus pies sumergidos en el agua y sus ojos almendrados cerrados, su rostro estaba tranquilo, aquel ceño fruncido que tanto lo caracterizaba no se encontraba.

A lo lejos podía escuchar el ruido que hacían las espadas al chocar una contra otra, sus discípulos entrenaban con diligencia a pesar del horrible calor que estaba haciendo, lo que de cierta manera lo hacía sentir orgulloso, al mismo tiempo que le hacía recordar la época de su juventud. Él solía entrenar mucho debido a la insistencia de su madre y porque quería que se sintiera orgullosa de él, sin embargo, en los días calurosos el entrenamiento quedaba en el olvido, siendo arrastrado lejos del campo de entrenamiento por cierto joven alegre y travieso, Wei Ying lo arrastraba con él a cazar faisanes, volar cometas, nadar en la laguna y comer semillas de loto todo el día, logrando que al final su madre les gritara enfadada a ambos. Pese a que siempre actuaba como si todo lo hiciera contra su voluntad y solo por la insistencia de Wei Ying, aquellos días solían ser de sus favoritos y los que siempre esperaba con ansias cada año.

Una pequeña risa detrás de él y un pequeño e indoloro jalón de cabello provocaron que Jiang Cheng abriera los ojos con lentitud y volteara la cabeza hacia la izquierda, encontrándose de lleno con un par de ojos almendrados brillando con emoción.

—¿Ya has terminado? —preguntó con un tono tranquilo.

—Ya, el cabello de papá es el mejor, es tan suave y largo —respondió con timidez, pero felizmente la pequeña niña—. Cuando crezca quiero que mi cabello sea igual de bonito que el de mi papá —comentó la de ojos almendrados.

Jiang Cheng sonrió ligeramente y revolvió con cariño los húmedos cabellos de la pequeña.

—Será más bonito —le aseguró el de túnicas moradas—. Será tan bonito como el de tu mamá o tu hermana mayor —dijo él, pero la niña frunció ligeramente el ceño.

—No, yo quiero parecerme a papá —se quejó con un ligero puchero, que a Jiang Cheng, lejos de parecerle molesto, le pareció muy tierno.

—Mi meimei es mala, ¿Quieres parecerte a papá porque mamá y yo no somos tan bonitas? ¿Es eso? —la reciente voz de una joven se hizo presente, tanto Jiang Cheng como la pequeña se giraron a ver a la recién llegada.

Una joven hermosa, de largos cabellos oscuros y ojos grises se encontraba a mitad del muelle, con una pequeña sonrisa en sus labios, a su lado y colgando de su mano, venía un pequeño de ojos almendrados, muy parecido a la niña que se encontraba con Jiang Cheng.

—¡A-Jie! —exclamó con emoción la menor mientras se le iluminaban los ojos y dejaba a su padre de lado para salir corriendo al encuentro de su hermana mayor, sin embargo, en su camino se interpuso aquel niño molesto, que desafortunadamente era su hermano gemelo—. ¡A-Zhao! —se quejó.

—A-Siu no tiene permitido tocar a mi JieJie, A-Zhao es el único —sentenció, mientras seguía interponiendose entre la mayor y la menor.

—Tonterías, A-Xing también es mi hermana mayor, ella me quiere y tengo el mismo derecho que tú —protestó la de ojos almendrados.

—No, A-Jie solo me quiere a mí, ella misma me lo dijo —contraatacó el gemelo con una sonrisa de lado y un ligero porte arrogante, aparentando ser una mezcla entre su padre y su madre.

—¡No es verdad! —exclamó la menor al borde del llanto.

Al ver esto, Jiang Cheng enseguida se levantó y decidió poner orden al pequeño disturbio que sus hijos estaban haciendo.

—Jiang Zhao —dijo y el mencionado borró instantáneamente su sonrisa, al mismo tiempo en que bajaba la cabeza con nerviosismo—. Te he dicho varias veces que no trates así a A-Siu, es tu hermana, se supone que debes cuidarla y protegerla de personas que la quieran dañar, no que tú mismo la hagas llorar —regañó el líder de secta, al mismo tiempo en que se acercaba al menor, éste solo bajó más la cabeza y esperó pacientemente a que su papá siguiese hablando, sin embargo, al sentir como una mano desacomodaba sus cabellos en un gesto cariñoso no dudó en levantar la cabeza y regalarle una sonrisa a su padre.

De hermanos a esposos... ¡Y con hijos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora