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Uno, dos, tres...

Volvía a haber tres monstruos que querían hacerle daño y vivían en su cabeza 

Cuanto, cinco, seis...

Eran las voces que le susurraban cosas suicidas y horribles al oído 

Siete, ocho, nueve...

Eran las veces en las que no podía dormir en días enteros 

—¿Tomaste tus medicinas mi niño?— escucho la voz de su madre en la lejanía. Lo abrazo fuerte calmando el temblor de su cuerpo, quito sus lágrimas con su pulgar calmando el miedo a esas cosas y beso su frente intentando desaparecer esas criaturas. Lo había olvidado. Un niño loco mental debía de tomar esas cosas para no ver sus monstruos.

Diez.

Habían sido las ocaciones en las que su madre lo abrazó para calmar su terror.

MysticDonde viven las historias. Descúbrelo ahora