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La pareja estaba sentada en la cama, estaban abrazados aún, cambiados de forma decente y sobre otras cosas escuchando cómo la familia de el rubio discutía sobre su estado mental en el piso de abajo. Meliodas estaba un poco más sereno que días anteriores, estaba tranquilo y se le veía más valiente que antes de que todo ocurriera. Estar a su lado le daba fuerzas, como si fueran un par de adolescentes enamorados, el blondo dejó caer su cabeza en el hombro de la albina y sonrió con ternura fijando su mirada en la nada.

—¿En que piensas?— le pregunto risueña su novia besando sus cabellos, eran suaves y tenían un olor masculino delicioso 

— En lo hermosa que te verías siendo mi esposa — 

MysticDonde viven las historias. Descúbrelo ahora