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— Mucho gusto señora— 

—¿Quien eres tú linda?— Elizabeth solo trago saliva completamente nerviosa por el hecho de conocer a los padres de su pareja y solo estrecho las manos con la amable mujer de cabellos rubios 

— Soy la novia de meliodas — la adorable mujer solo abrió los ojos y dirigió su mirada hasta su hijo mayor. El rubio sonreía con vergüenza mientras la tomaba de la cintura y asentía con la cabeza, por su condición al parecer sus padres creían que él nunca lograría tener pareja — Solo quiero  ayudarlo de verdad ¿donde queda su doctor?— 

— Cerca — ya no dijeron nada más, la realidad era que pese a las miradas algo desaprobadas de los señores Elizabeth siguió a la familia hacia donde sea que estuviera aquel hombre. Se metieron a el carotídeo y una vez sentados meliodas volvió a aferrarse a su cuerpo como un pequeño koala. La señora lo observo todo desde adelante, esa chica seguro solo quería hacerle daño, debía de alejarla 

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