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—Toma— le extendió la rosa blanca con un ligero rubor rosado siendo observado por todos— Espero te identifiques con ella — Elizabeth tomo la rosa entre sus manos con una sonrisa ligera. Era hermosa y delicada, tan pulcra y blanca que parecía un sueño, con una belleza natural que nunca había presenciado; aparte se notaba como él había quitado las espinas pues pudo ver aún aquel pequeño hilo de sangre

—Ya deja de molestarla rarito— 

—Ya tomo tu estupida flor, no le hagas nada — uno de esos bravucones le dio un fuerte empujón que casi lo hizo tropezar —No vuelvas a acercarte a ella. Seguro vas a matarla—

—Está loco, seguro tratará de hacerle daño — esos y más comentarios empezaron a fluir por todo el alumnado de el lugar siendo ignorados por meliodas quien aunque por dentro se sentía derrumbarse no lo demostró en ningún momento. Aún así todo ellos tenían razón, lo mejor ahora era alejarse de ella y no hacerle daño.

MysticDonde viven las historias. Descúbrelo ahora