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— Mghhh mhhh— estaban borrachos pero con la clara conciencia de que estaban teniendo relaciones sexuales. Desde que habían empezado con su pequeña aventura los dos se proponían a siempre tener un pequeño condon entre sus cosas en caso de que sea necesario usarlo —Ahhhh meliodas —

—E-Elizabeth ahhh Ngh— al final había resultado que su regalo de cumpleaños de ella era una lencería roja sexy que no le había durado más de 5 minutos puesta, sus pieles ardían, el sudor los cubría y sus almas se unían en una danza como las que sus cuerpo hacían en ese momento. Las caderas de meliodas no paraban por nada de el mundo —¡Ahhh Ellie!—

—Te amo —

— Eres mi mejor regalo — Le susurró en medio de la negrura, con esas simples palabras dos lagrimas de dicha se escaparon de los ojos bicolores de Elizabeth y se fundieron en un amorosos beso al mismo tiempo que ambos llegaban a el clímax 

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