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Acariciaba sus brazos musculosos, besaba su pecho, besaba sus labios y entre otras cosas besaba la pequeña cicatriz que estaba en su frente y cubría su cabello. Ya la había visto, lo que le dijo la noche pasada era verdad, cuando era más pequeño al parecer se había pegado tanto en la cabeza que terminó con una cicatriz en la frente y pese a el dolor de esos recuerdos Elizabeth solo lo encontraba más atractivo.

—Volvieron ¡volvieron! ¡Ellie han vuelto yo...— la albina rápidamente lo cayo con un beso suave y lo abrazo fuerte contra su cuerpo intentando que dejara de temblar — No me sueltes, no me sueltes — 

—¿Donde están tus pastillas?— meliodas solo le susurro donde las guardaba con la voz cortada, no quería verlo llorar ni verlo así de asustado, para ser un muchacho tan inteligente que tenía un gran futuro sus bestias lo atormentaban a tal grado de tenerlo vulnerable. Con la mayor rapidez que pudo la ojizarca se levantó de la cama aún desnuda, le trajo los botes de sus pastillas para que esté no se alarmara al soltarlo y se las entrego volviendo a abrazarlo— Se irán pronto —

MysticDonde viven las historias. Descúbrelo ahora