Cuando todo puede terminar...

1.8K 91 140
                                    

Capítulo 14

Narradora

Kagome se encontraba en casa del menor de los Taishō, a pesar de amarlo y de sentirse bien a su lado, el simple hecho de saber que en ese apartamento había tantos recuerdos de Kikyo, no la hacía sentir del todo bien porque crecía en ella el sentimiento de no ser suficiente para su novio, la pelinegra había llegado a sentirse inferior y eso le dolía mucho, algunas veces pensó en terminar con esa relación, lo intentó pero no podía engañarse a sí misma, ama a ese hombre y por más que trate, no podría estar lejos de él. 

Por su parte, Inuyasha estaba trabajando en su pequeño estudio, una de las recámaras de su apartamento que había adaptado como tal; llevaba horas trabajando en los planos que llevaría como propuesta a Tailandia, Suyen le había mandado por correo todas las especificaciones que debían tener. 

La pelinegra entró al estudio con una charola llena de bocadillos y un vaso de soda para su novio. Inuyasha le agradeció dándole un pequeño beso en los labios, la chica salió dejándolo solo de nuevo para que retomará su trabajo no sin antes sonreírle amorosamente. 

"Ella es grandiosa, se lo merece" se repitió una y otra vez viéndola salir; un día después de la desagradable charla con su medio hermano, el peliplata menor fue a una de las joyerías más exclusivas de Tokio, él tenía sus ahorros y no permitiría que el odioso de Sesshōmaru le diera el dinero para comprar el anillo, ya habían sido suficientes humillaciones de su parte. 

Entró al lugar inspeccionando a detalle la vitrina de los anillos de compromiso, algunos de precio razonable y otros que ni en sus sueños podría pagar, lastimosamente esos eran los más bonitos, incluso se los imaginó en la mano de su novia, conocía sus manos como de memoria. Se estaba tardando, no tenía ni la menor idea de cuál elegir, tuvo que recurrir a la ayuda de una de las amables chicas que trabajan en el sitio y, gracias a ella, se decidió por un anillo de un buen precio, no era muy ostentoso pero sí muy bonito, era de oro blanco, el cuerpo del anillo no era muy grueso pero no era importante porque lo realmente lindo era el diamante azulado en forma de gota; quedó satisfecho y la empleada le dijo que ese era uno de los anillos más bonitos que  tenían, claro, de ese precio. Planeó dárselo a Kagome el siguiente fin de semana, primero debía concentrarse en los planos del proyecto y después se enfocaría en planear el compromiso y posteriormente la boda. 
             ___________________

Rin

Por unos segundos perdí el habla, de mi boca no podía salir nada…  lo miré fijamente a esos ojos que parecían haber absorbido la luz del sol, de pronto, su figura se volvió borrosa a causa de las lágrimas que nublaron mi visión… 

—Te amo Sesshōmaru— fue lo único que dije antes de lanzarme a sus brazos provocando que se fuera de espalda quedando ambos recostados en el muelle —¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo Sesshōmaru!— su cuerpo se relajó enseguida abrazándome lo más fuerte que pudo.

—Me has hecho el hombre más dichoso, no creo que exista nadie en este mundo que se sienta de la misma forma en que me siento yo— las emociones liberadas de esa confesión cambiaron el semblante serio y de pocos amigos que siempre poseía. 

—Yo también soy inmensamente feliz mi amor, nunca, nunca había sentido esto y nunca lo sentiré por nadie que no seas tú— sin decir nada más, tomé su rostro acunandolo en mis manos para juntar nuestros labios en un beso que comenzó lento y lleno de todo ese amor que nos acabamos de confesar, pero poco a poco se tornó mucho más lleno de fuerza y pasión. 

Sus manos se deslizaron por toda mi espalda deteniéndose en mi cintura, nos separamos unos momentos, lo observé, me encanta hacerlo, mirar ese rostro, sus ojos que se clavan en los míos y que me dicen todo sin tener que utilizar palabras, esto era lo correcto, confesar mi amor por él, abrirle mi corazón y confiar ciegamente en Sesshōmaru. 

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora