Por amor...

1.6K 102 75
                                    

Capítulo 17

Narradora

Los días pasaron tan comunes y corrientes como siempre, la diferencia era que, Sango y Miroku arribaron al aeropuerto de Narita, Inuyasha y Kagome los esperaban con una gran sonrisa aunque con la tristeza latente por los últimos acontecimientos.

Rin y Kagome habían acordado no decirle nada a Sango para no estropear los últimos días de su luna de miel, si ya de por sí se pondría mal, preferían que al menos disfrutara lo más posible. Cuando los cuatro se encontraron se estrecharon con entusiasmo pero enseguida los recién casados notaron varias cosas extrañas, la primera era que Rin no estaba con ellos y la segunda que el peliplata y la pelinegra se veían nerviosos, de hecho muy nerviosos.

Les ayudaron a subir las maletas al automóvil de Inuyasha, Sango muy emocionada contaba cómo había disfrutado de lo bello y exótico de Hawaii y de todos los souvenirs que les había comprado a ella y a Rin.

-Por cierto ¿En dónde está Rin-Chan?- interrogó Sango muy extrañada.
-Hay muchas cosas que tengo que contarte amiga- respondió Kagome suspirando hondamente -espera a que lleguemos a tu nueva casa y te lo contaré todo-

Tan pronto como llegaron al que ahora sería el nuevo hogar del matrimonio Arai, Inuyasha y Miroku bajaron todo el equipaje para meterlo a la casita estilo tradicional obsequio de los padres de Sango, mientras tanto, esta última y Kagome entraron sentándose en los sillones que desprendían olor a nuevo. Cuando los cuatro se encontraron juntos, la pelinegra ya no pudo ocultar las cosas, se armó de valor y poniendo todo de su parte para evitar llorar a toda costa porque ante todo, debía inspirar la misma fuerza y confianza que ella se había propuesto sentir para no dejarse vencer por esta adversidad.

-Primero que nada amiga- comenzó Kagome -quiero que sepas que si no te dijimos nada de esto hace dos días fue porque queríamos que disfrutaras tu luna de miel hasta el último día, lo siento amiga, pero Rin y yo consideramos que era lo mejor- la pelinegra bajo la mirada tratando de organizar sus ideas en la mente porque no sabía ni por dónde empezar.
-Me asustas Kag, sea lo que sea dilo ya- la ahora señora Arai nunca había sido paciente y menos si había tanto secretismo de por medio.
-Amiga... hace dos días Rin recibió una llamada en la madrugada, era Yuri, la chica de la tienda de ramen- una vez más hizo una pausa tragando el nudo que se había formado en su garganta -Sango, lo lamento, el edificio donde estaba el spa sufrió un incendio- por más que había intentado no llorar, las lágrimas escurrieron por sus mejillas.
-¡¿Qué?!- la castaña no pudo procesar lo que acababa de escuchar, su respiración se volvió apresurada -¿Es broma verdad?-
-No Sango, lamentablemente no es broma, uno de los oficiales que estaban en el lugar nos dijo que todo fue causado por un corto circuito- la pelinegra se acercó a su amiga para poder abrazarla ya que ambas empezaron a llorar.
-¡Necesito verlo! ¡Vamos por favor!- Sango miró a su marido suplicando sumamente angustiada.

Miroku abrazó a su mujer pidiéndole que se calmara, Inuyasha le dijo que no tenía caso ir al lugar ya que todo estaba acordonado pero que, si deseaba ver lo que había quedado de lo que fue el spa, entonces le mostraría las fotografías que pudo tomar esa madrugada. Ella accedió y el peliplata buscó en la galería de su móvil para pasárselo enseguida, Sango derramaba amargas lágrimas mientras pasaba una a una las fotografías.

-Y Rin-chan ¿Cómo está?- preguntó la chica con la voz entrecortada.
-Ya te imaginarás, la pobre estaba en shock pero... supongo que ahora está bien o al menos mejor- Kagome regresó hasta su asiento cerca de Inuyasha para tomarle la mano mientras seguía contándole a su amiga todo lo que desconocía por no estar en el país -ella está con Sesshōmaru-
-¿Con Sesshōmaru? ¿Por qué estaría Rin con él?- preguntó sin entender lo que acababa de escuchar, entre tanto, se limpiaba las lágrimas que no paraban de caer.
-Ella y mi cuñado son novios, me lo confesaron precisamente en la boda- la pelinegra se encogió de hombros.

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora