Retomando la vida

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Capítulo 91

Narradora

Rin cayó de rodillas en la suave alfombra negra. Sus manos cálidas recorrieron la firme piel pálida.
Muchos recuerdos vinieron a su mente; le gustaba provocar su desesperación; sin embargo, había pasado mucho desde la última vez que tuvieron un momento así.

No sé consideraba una experta, de hecho, aprendió con él. Quería llevarlo al éxtasis pues sabía que su placer era suyo también. Sesshōmaru acarició su mejilla tiernamente con los nudillos de su mano sin despegar su mirada ámbar de la de su mujer. Su dedo pulgar la recorrió hasta posarse suavemente en sus labios; cómo los había extrañado durante tantas noches.

Su dedo entró en contacto entre ambos labios encontrando a su paso la punta rosada de su pequeña lengua. No tardó mucho en sentir las suaves caricias de su apéndice húmedo. Quería sentir esa misma humedad en otro sitio, uno que le provocaría un placer mucho mayor.

Sacó su pulgar colocando su mano sobre la nuca de Rin, ella sabía perfectamente que era hora de devolverle el favor de hace un rato cuando la tuvo con las piernas sobre sus hombros degustando sus profundidades. El albino siseó cuando su lengua tocó el glande, se sentía caliente. Probó el líquido que se filtraba gimiendo en el acto como cuando prueba un rico postre.

Agradecía a todos los dioses no sentir arcadas cuando la cabeza tocó los confines de su garganta. Apenas y podía mantenerlo adentro, su tamaño siempre lo hizo una tarea bastante complicada; pero, ella podía, siempre había podido. Sesshōmaru se sentía en el cielo, cada lamida acompañada de caricias sobre sus bolas. Su lengua se arremolinaba en todo el largo de su miembro, su mano bajaba y subía en un ritmo que le estaba cortando la respiración.

—Mmmm… No sabes cuánto te había extrañado, Rin —sus caderas comenzaron a acompañar los movimientos de la castaña, si seguía con ese ritmo no duraría tanto como él quisiera.
—¿Lo estoy haciendo bien, mi señor? —casi se corre cuando escuchó cómo lo había llamado.
—Lo estás haciendo excelentemente bien, muñeca —parecía un verdadero animal en celo, su voz era más parecida a un gruñido.

Con la aprobación del albino, Rin se dio vuelo engullendo el grueso y palpitante falo que no perdía firmeza. Los sonidos de su saliva combinados con los de la carne dentro de su boca le habían provocado que su vagina palpitara impaciente; deseaba acariciarlo en su interior. Una creciente humedad en el medio de sus piernas comenzó a filtrarse hasta la parte externa. Sesshōmaru sintió que se correría en cualquier momento y no deseaba otra cosa más que hacerlo dentro de ella.

La hizo detenerse poco antes de acabar, quería prolongar su placer el mayor tiempo posible.
—Date vuelta… —ella sabía muy bien cómo la quería. Era una de sus posiciones favoritas.

No tardó en hacer lo que le pidió, se ofreció a él con las piernas abiertas y el trasero en el aire; desde esa posición él podía admirar la belleza de su sexo.

Sesshōmaru pasó dos de sus dedos por lo largo de sus pliegues haciendo que Rin se retorciera en el acto. Estaba tan mojada que temía correrse con solo verla en ese estado. La acarició dándole la mayor parte de su atención al clítoris hinchado; toda ella palpitaba. Detuvo sus atenciones solo para agarrar su erección y acariciarla ahora con ella.
—¡Dios…! —masculló la castaña, estaba impaciente por ser llenada —por favor, hazlo ya… —le suplicó desesperada.

Dos días atrás Rin había vuelto sana y salva, habían logrado tener sus momentos de privacidad cuando las mellizas dormían en su cuna; no obstante, apenas y podían jugar un poco cuando alguna de las niñas comenzaba a llorar. Esa noche por fin los padres de Sesshōmaru decidieron llevarse a Towa y Setsuna a su habitación.

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora