El pasado (Pt II)

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Nota: aquí les dejo la otra parte de la historia de Irasue, Tōga e Izayoi, esto complementa el capítulo anterior, por eso me di el tiempo de poder escribirles rápido estos dos capítulos; el siguiente será la boda de Kagome e Inuyasha. Espero que lo disfruten y como siempre, mil gracias por todo su apoyo.

Capítulo 35

Narradora

Con un embarazo de casi dos meses, Izayoi fue llevada por Tōga a un lujoso departamento para que viviera allí, de vez en cuando, el peliplata se quedaba con ella por algunos días, Sesshōmaru siempre le preguntaba a dónde iba y él solo respondía que a un viaje de negocios, el pequeño que parecía ser una copia exacta de sus padres siempre dudaba de que eso fuera cierto pues, una vez escuchó a sus padres discutir sobre una tal Izayoi, parecía ser que tenía algo que ver con las ausencias de su padre.

-¿Por qué está conmigo si dice amar a su esposa?- le cuestionó la joven mientras Tōga la cubría con las sábanas.
-Porque también te amo a ti y porque no voy a abandonar a mi hijo- el peliplata acarició el vientre de la pelinegra depositando besos cortos en la nuca de la chica.
-¿Se puede amar a dos personas al mismo tiempo?- le preguntó intrigada.
-Yo pensaba que no, pero después de conocerte me di cuenta que era posible- respondió el atractivo hombre.
-Yo... yo lo amo mucho, Tōga-sama- le respondió con su tierna vocecita dándose la vuelta para hundir su rostro en el pecho del peliplata.
-Yo también te amo, pequeña- el mayor besó la peña boca de la adolescente, no fue un beso que quería provocar otra ronda de sexo, esta vez era un beso tierno.
-¿Puedo hacerle una pregunta?- la pelinegra se enderezó un poco para poder ver a la cara al hombre.
-Claro que sí, bonita, pregúntame lo que quieras- respondió sonriendo.
-¿Cómo conoció a la señora Irasue?- la pregunta hizo al hombre recostarse pegando la espalda al colchón mientras su mirada se perdía en el techo de la habitación.
-La conozco desde hace muchos años, prácticamente nos criamos juntos. Nuestras familias siempre tuvieron una buena relación pues eran las dos familias más importantes e influyentes del país, nuestros abuelos decidieron desde nuestro nacimiento que nos casarían para fusionar las empresas Taishō y Yōkai, Susi y yo siempre estábamos juntos, aún antes de saber que terminarían casandonos, ambos fuimos concebidos como mero negocio para continuar con la línea de sucesión, ella se llevaba la peor parte pues su abuelo paterno era un hombre extremadamente estricto y conservador, para él, la mujer no servía más que para procrear, por eso, cuando Irasue nació, ese viejo se la quitó a sus padres, según él para criarla como era debido, el único que podía verla de vez en cuando era mi suegro, mientras su madre solo debía conformarse con verla en fotografías. El abuelo Yōkai educó en un ambiente durísimo a mi esposa, si ella demostraba debilidad, él se encargaba de desaparecer todo rastro de humanidad en ella, le metió en la cabeza que si tenía piernas, era solo para abrirsélas a su marido y darle herederos. Por otro lado, mi padre, quien era muy duro conmigo, tal vez porque me culpaba de la muerte de mi madre quien murió al darme a luz; desde muy pequeño me enseñaron todo lo referente a los negocios, mi padre me llevaba a su oficina para que me acostumbrara y supiera qué hacer cuando me encargara yo de las empresas. Solo con Susi podía ser normal, me partía el corazón llegar a su casa y verla golpeada o asustada después de haber estado encerrada en algún armario por varias horas, cuando estábamos solos y, aunque éramos unos niños, nos consolabamos entre los dos, mi Irasue lloraba siempre y yo solo podía abrazarla aunque no comprendía muy bien el porqué de nuestra situación. Cuando cumplimos 16 años se llevó a cabo el matrimonio y, creímos que estando solos y convirtiéndome en el responsable de mi esposa, nuestros abuelos y mi padre nos dejarían en paz, pero no, alguno de los tres se quedaba en nuestra casa para asegurarse que cumplieranos con nuestras deberes como un matrimonio "normal". Mi Susi sufrió mucho la primera vez que tuvimos relaciones, recuerdo que su abuelo estaba afuera de la habitación, nosotros adentro moríamos de nervios y ella me rogaba para que no le hiciera nada- Tōga suspiró con pesadez por recordar aquel pasado terrible -yo ya la quería, y mucho, tenía una necesidad grande de protegerla y de jamás permitir que ese maldito le pusiera una mano encima otra vez, pero sabía que hasta que no hubiera un heredero de por medio, no nos dejarían en paz, entonces la convencí de que lo mejor era hacer lo que ellos querían, le prometí que en cuanto tuviera el poder en mis manos, ella nunca volvería a sufrir y seríamos libres. Esa noche se entregó a mí entre muchas lágrimas. Para nuestra desgracia, el embarazo no llegaba y su abuelo se enfurecía por eso, le gritaba que ni para eso servía, y entonces la llevaba a nuestra habitación y nos obligaba a... era un maldito enfermo. Cuando cumplimos los 17, Susi comenzó a sentirse muy mal, llamamos al médico y nos confirmó que al fin estaba embarazada; ya te imaginarás, las hormonas la tenían muy sensible, lloraba por cualquier cosa y, por mi no había problema, pero su maldito abuelo siempre estaba ahí, reprochádole su debilidad, no lo soporté más y una noche, cuando por fin nos habíamos quedado solos, metí algo de nuestra ropa en una maleta, tomé todo el dinero que teníamos y la saqué de esa casa, nos escapamos; logramos desaparecer un buen tiempo, mi Susi dio a luz tranquila a nuestro pequeño, éramos muy felices y creímos que jamás sufririamos nunca más, pero estábamos equivocados, un día, mientras festejamos el primer año de nuestro hijo, tocaron a la puerta del pequeño departamento en el que vivíamos, cuando abrí, solo pude sentir un golpe terrible en el rostro, cuando reaccioné vi a mi padre y a mi abuelo entrar y, detrás de ellos, al abuelo de Irasue, me levanté enseguida del suelo y corrí para poner a mi esposa y a mi hijo detrás de mí, ella estaba aterrada y Sesshōmaru comenzó a llorar... no pude hacer nada, nos sacaron de ahí y nos llevaron a casa de su abuelo, nos separaron por un tiempo, mi abuelo y mi padre me mandaron a terminar mis estudios a América, mientras que mi Susi tuvo que sufrir sola la separación de nuestro pequeñito, su abuelo se lo quitó, apenas y lo podía ver para alimentarlo, ella me contó que por las noches solo podía escuchar el llanto de nuestro bebé y los gritos de su abuelo intentando callarlo, llamándolo débil, Irasue no podía hacer nada, por las noches la encerraba en su habitación para que no volviera a escapar- el pesar se vio reflejado en el rostro de Tōga, era claro, él y su esposa habían sufrido mucho en el pasado.
-Yo... lo lamento tanto- comentó Izayoi con los ojos llenos de lágrimas.
-Logré vengarme- respondió el peliplata con una amplia sonrisa -regresé a Japón cuando mi hijo tenía ya cuatro años, el haber estado lejos me sirvió para volverme mucho más fuerte en todos los aspectos, pero mi esposa también había cambiado mucho, cuando la volví a ver, ya no era la misma, era fría, y sus ojos habían perdido todo rastro de inocencia, mi hijo no me reconocía, no quería estar conmigo, tampoco con su madre, solo con ese maldito desgraciado. Ella me reprochó por haber permitido que nos separaran, nunca me ha perdonado que no pude hacer nada por defenderla a ella y a Sesshōmaru, me dolía su rechazo así que hice todo para que me perdonara, y ella me dijo que solo lo haría con una condición, le pregunté que cuál era, y ella me dijo que los destruyera, que acabara con ellos y les quitara todo lo que poseían. Lo planeé todo muy bien, hice todo lo que ellos querían y me gané su entera confianza, a su abuelo le hice creer que estaba de acuerdo con él en todo y que lo apoyaría, poco a poco fue ganando terreno y sucedió, los tres imbéciles me cedieron todo, las empresas quedaron a mi nombre, con todo el dinero que gané, convencí y obligué a los inversionistas a venderme sus acciones, cuando menos se lo esperaron, les quité todo, los dejé en la calle, sin poder, acabados... mi abuelo no lo soportó y murió meses después de un infarto, mi padre, no pudo más que irse lejos pues lo amanacé con meterlo a la cárcel, había descubierto algunos negocios turbios que tenía, el muy cobarde desapareció sin dejar rastro, solo me faltaba el peor de todos, ese maldito aún tenía a mi hijo con él. Me enteré por uno de sus empleados, que el viejo planeaba irse lejos con el poco dinero que le había quedado, obviamente se llevaría a mi hijo, me imagino que pensaba usarlo para vengarse en el futuro, pero no contaba con que, Myōga, su mano derecha, nunca estuvo de acuerdo con él, lo traicionó; una noche llegué a casa del viejo, se sorprendió al verme ahí parado frente a él, debiste verlo, el anciano temblaba a cada paso que daba, lo disfruté como no tienes idea, cada golpe que mis manos le propinaron, cada gota de sangre que salió de su asqueroso cuerpo, todo lo que le había hecho a mi esposa me lo cobre, cada lágrima de Irasue fue vengada, lo vi morir en mis manos y no sentí ningún remordimiento, todo lo contrario. Cuando regresé a casa con Sesshōmaru en brazos, Irasue supo enseguida que todo había terminado, juré jamás dejarla sola, pasara lo que pasara siempre estaríamos unidos, nunca nos traicionaríamos, seríamos cómplices en todo lo que hiciéramos a partir de ese momento, y así ha sido- Tōga nunca le había contado esa historia a nadie, Irasue y él la habían enterrado en lo profundo de su ser y se juraron jamás hablar de eso.

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora