Cuando un demonio ama

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Capítulo 46

Narradora

Abrieron los ojos con pesadez observando todo a su alrededor; lo último que recordaba fue haber sido sacados de su auto por un grupo de desconocidos violentos.

-¡Maldita sea!- espetó uno de ellos apenas con fuerza, pues hasta el hablar les causaba dolor.
-¿En dónde estamos?- preguntó el segundo intentando ponerse de pie percatandose de las cuerdas que los mantenían amarrados a una enorme columna.
-¡Y yo que voy a saber, idiota!- gritó fúrico su compañero.

Intentaron con todas sus fuerzas el safarse del agarre de las cuerdas, todo era inútil, los golpes hacían imposible su tarea.
Minutos después, una enorme puerta metálica se abrió, varios hombres entraron, seguramente los mismos que los habían interceptado horas atrás.

-Buenos días- una voz bastante tenebrosa se escuchó entre los otros; todos le abrieron camino descubriéndose ante los hombres de Zero.
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Rin

Abrí los ojos con dificultad, aunque enseguida las náuseas me hicieron brincar de la cama de inmediato. Ya era el tercer día consecutivo así, habían aumentado demasiado, podía pasar casi una hora después de despertar entrando y saliendo del baño.
-Vamos bebé, mamá ya no quiere seguir vomitando- acaricié mi vientre y una nueva oleada de asco me obligó a ponerme de rodillas frente al inodoro.

Después de un buen rato y de haber quedado con el estómago vacío, me di cuenta al fin que Sesshōmaru no estaba en la cama, me extrañé por eso, él nunca se iba a la oficina sin despedirse, siempre me despierta para desayunar juntos.
Me cubrí con la bata y bajé las escaleras con la esperanza de encontrarlo ahí, pero me topé con que me encontraba sola porque si él no estaba, tampoco el señor Jaken. Yako despertó en cuanto me escuchó merodear por la casa, lo dejé entrar y casi enseguida, me di cuenta que sobre la mesa del comedor había una hoja con algo escrito en ella.

"Muñeca, tuve que ir a la oficina, surgió un contratiempo, pero no te preocupes, volveré en cuanto pueda. En la encimera junto a la estufa está tu desayuno, ¡cómelo todo eh! y por favor, no salgas de la casa por ningún motivo.
Por cierto, no te asustes si ves a dos hombres en la entrada principal, ellos te cuidarán mientras no estoy.

Te amo"

Después de leer eso último corrí hasta la ventana del recibidor, abrí la pesada cortina y pude corroborar que en efecto, un auto negro estaba estacionado afuera de la reja y dentro, dos hombres que, para mí sorpresa son los mismo que había visto días antes.

Nunca había estado en una situación así, al menos no desde que fui adoptada por la familia Higurashi. Tenía que dejar eso de lado por un rato, la preocupación, el miedo y el estrés no me ayudarían ni a mi bebé tampoco, tenía que estar bien por él.
Recordé el desayuno que me había dejado y después de haber tirado todo lo que tenía en el estómago por el drenaje, sí que tenía hambre.
Regresé a la cocina y junto a la estufa estaba mi desayuno cubierto por una especie de mosquitero. Había dos emparedados en una plato, trocitos de melón en otro, cabe destacar que esta es la fruta que más se le antoja a mi bebé; también había jugo de naranja y un vaso con leche. Me siento tan mimada cuando tiene estos detalles conmigo, pero al mismo tiempo siento que no le correspondo como él se lo merece, de ahora en adelante tendré que ser una mejor novia.
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Narradora

Los hombres mandados por Zero estaban aterrados con la angustia de no saber qué sucedería con ellos, si saldrían vivos o no de ese lugar.

-Pongánlos en las sillas- ordenó aquel hombre saliendo de entre las sombras mostrando su imponente figura.

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora