El inicio de una guerra

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Capítulo 39

Rin

Hablé muy temprano con el doctor Yoshida, concertamos una cita para el viernes próximo; por fin me libraría de tener que tomar esos antidepresivos, incluso he dejado de lado las pastillas para dormir desde hace bastante tiempo. Parece que todo va viento en popa, siento que mi vida al fin, tiene razón de ser.

—¿Lista, preciosa?—   me preguntó Sesshōmaru desde la puerta mientras terminaba de arreglarse su corbata roja.
—Si, amor, ya hablé con el doctor y me dijo que me espera el viernes a las 9:00 de la mañana—   me acerqué hasta él para ayudarlo con el nudo, el aroma de su loción me embargó por completo, su olor me hacía sentir tan segura.
—Me parece perfecto, también me gustaría que invites a tu familia a cenar ese mismo día, yo llamaré a mis padres—   me dijo.
—¿Una cena?—   pregunté.
—Si, muñeca, quiero hacer formal nuestro compromiso, además tenemos que decirles que estás embarazada—   su brazos fuertes rodearon mi cintura elevándome todavía más, en esa nube de ensueño en la que estaba.
—¡Muy bien!—  le respondí feliz   —le llamaré a mamá, también a Kag, quiero que esté aquí, ya el lunes se va con Inu a Tailandia y no sé hasta cuándo la podré ver—
—Claro que sí, preciosa, llamalas—  me besó sensualmente sin soltarme todavía   —¿Ya te tomaste tus vitaminas?—
—Si, hace un rato—   contesté abrazándolo por el cuello.
—Muy bien, amor, entonces vámonos—

El señor Jaken nos esperaba en el auto junto a Yako, pues también debíamos llevarlo a pasear un poco. Aún no sabía a dónde me llevaría, pero igual me sentía emocionada.

Cuando el señor Jaken estacionó el auto después de casi cuarenta minutos de camino, Sesshōmaru se bajó para correr del otro lado y abrirme la puerta.

—¿En dónde estamos?—   le pregunté mirando para todos lados.
—Ya lo verás, ven...—   tomó mi mano y me guió hasta entrar en una tienda grande.

Las mariposas en mi estómago se unieron a los latidos de mi corazón cuando vi lo que había ahí.

—Sesshōmaru...—  
—Elige lo que más te guste, muñeca—

Caminé lentamente entre los hermosos y tiernos objetos de la tienda, observando a detalle cada color y tocando cada textura; mi mente comenzó a volar en ese lugar imaginando el futuro. Mi atención fue captada inmediatamente por la ropita de colores y estampados de animalitos.
Poco a poco me adentre posando mis ojos sobre las hermosas cunas que ahí había; algunas de color rosa, otras en azul, unas más en colores neutros, todas hermosas y no pude evitar imaginar a mi bebé en alguna.

Seguí recorriendo el lugar y, aunque todavía no podemos saber el sexo del bebé, las cunas y la ropa en color rosa llamaban mi atención por sobre los demás colores.
—¿No te parecen lindas en este color?—   señalé las sábanas rosadas con pequeñas nubes estampadas.
—Sí, son muy lindas, pero las azules también, además yo creo que será un niño—  me respondió convencido.
—Pues no, algo me dice que será niña—  reí divertida mientras avanzaba entre los estantes llenos de sábanas y mantas.
—Niño…—   volvió a decir.
—¡Ja! no quieras apostar conmigo porque vas a perder—   respondí encogiéndome de hombros.
—Está bien—   me dijo   —entonces compremos en otro color, en amarillo o en blanco, así no importará si es niño o niña, en otros colores también se ve lindo todo—   su respuesta me dejó pensando, y pues, creo que tiene razón, al final puede que sin importar que sea niño o niña, le guste otro color que no sea el rosa o el azul, entonces lo mejor si era comprar en otros tonos y que nuestro bebé decida cuando sea más grande qué color prefiere.
—Tienes razón, cariño—

Así continuamos recorriendo y observando todo a nuestro alrededor, caminando entre los pasillos tomados de la mano y maravillándonos con todas las cosas tiernas que había. La ilusión de tener ya a nuestro bebé en mis brazos se volvió grande, todavía no cumplo ni un mes y ya quiero que nazca.
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Narradora

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora