Un ángel...

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Capítulo 26

Rin

Después de que Sesshōmaru me dejara en mi departamento el sábado en la mañana, subí para encontrarme con Kag y Sango que estaban listas para ir a las boutiques y buscar nuestros vestidos y, por supuesto, el vestido de novia para mi hermana. Me sentía triste por dejar a Sesshōmaru, lo vería de vez en cuando, cuando él no estuviera ocupado y cuando yo estuviera libre de los preparativos de la boda.

Todo el día  fuimos de tienda en tienda, la señora Izayoi nos había alcanzado en una cafetería, quería ayudar lo más posible; mamá no podía ir con nosotros a todos lados ya que últimamente el abuelo no se sentía muy bien, entonces ella y Sota debían encargarse de la tienda familiar, un día sin abrirla era una gran pérdida económica.

Después de salir de tomar un delicioso café y pastelillos, continuamos con la búsqueda de nuestros vestidos, esta vez queríamos que los de las damas de honor fueran morados porque es el color favorito de mi hermana. Sabíamos que en cambio, la búsqueda del vestido de novia nos llevaría más días, ella no se decidía por ninguno y, aunque la boda sería algo íntimo, quería lucir bella para Inuyasha.

Por suerte Sango llevaba su auto y fue mucho más fácil movernos por toda la ciudad. Al final, casi cuando el sol estaba a punto de meterse, entramos a una tienda muy grande, las empleadas se acercaron a nosotras para atendernos enseguida, una nos llevo a mi, a Sango y a la señora Izayoi a otra zona de la tienda  mientras que la otra chica se llevó a Kagome para elegir varias opciones.

Recorrimos la tienda eligiendo los vestidos en diferentes tonalidades de morado que más nos gustaran, algunos eran demasiado y otros tan sencillos que no estarían a la altura. Nos tardamos alrededor de tres horas en ese lugar, Sango y yo nos enamoramos del último vestido que la chica nos mostró, de un bellísimo tono morado, con el cuello halter, una falda suelta con una abertura hasta arriba de la rodilla y un bonito cinturón satinado, no tenía pedrería, quisimos algo más sencillo porque pretendíamos que Kagome se llevara todas las miradas y que su vestido fuera el único que llamara la atención.

Cuando salió del probador con ese hermoso vestido blanco que le había quedado a la medida, las cuatro no pudimos evitar llorar; se veía extremadamente hermosa y sobre todo, feliz, muy feliz, no podía dejar de sonreír mientras acariciaba la tela del vestido y seguía viendo su reflejo en el enorme espejo.

—Este es el que quiero—  dijo Kag tocando cada detalle con las yemas de sus dedos.
—Te ves hermosa—  respondí mientras me acercaba a ella para abrazarla  —muy hermosa, Inuyasha va a babear cuando te vea—  ambas llorábamos imaginando ese momento en el que Kagome desfilaría por el pasillo hasta el altar.
—Mi nuera es bellísima—  dijo de pronto la señora Izayoi  —has hecho una buena elección, hija, este es el más bonito—  también se acercó para abrazarla.
—No sabes lo feliz que estoy por ti, amiga, te mereces este hermoso momento y los que vengan—  Sango también se unió al abrazo llorando a la par de nosotros.

Después de calmarnos y que las vendedoras se calmaran porque, claro, les contagiamos las lágrimas, fuimos a la caja para pagar todo mientras Kagome se cambiaba.

Luego de que el chófer de la señora Izayoi la recogiera para llevarla de regreso a la mansión Taishō, nosotras tres subimos al auto de Sango, ella nos haría el favor de llevarnos a casa.

—Lástima que no puedo quedarme con ustedes—  se lamentó Sango estacionandose frente a la entrada del edificio  —mi suegra quiere que vayamos a cenar a su casa—
—No te apures, tenemos un par de fines de semana todavía antes de desocupar el departamento—  respondió Kag tomando la caja de pizza que compramos para la cena.
—Está bien, entonces, nos vemos luego, chicas—

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora