𝒎𝒂𝒔𝒔𝒂𝒄𝒓𝒆

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Colchester, 457

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Colchester, 457.

Habían pasado tan sólo unos meses desde que los Stilinski se asentaron en Colchester. Morgana había encontrado un puesto pequeño para vender verduras junto a Maggs, y ya no vivían en esas habitaciones de la primera vez, sino que Carter (Natalie) había hipnotizado a un campesino para cederle sus tierras y que éste desapareciera del pueblo para siempre.

Un hombre caminaba por el lugar, paseándose por los simples puestos del mercado. La madera de estos estaban cubiertos en moho, producto de la humedad. En Colchester no habían muchos días soleados, y eso era bueno para pasar desapercibidos. La neblina distraía a las víctimas de Maggs, víctimas de las cuales Carter no tenía idea absoluta.

El hombre alzó un poco la mirada, pero no lo suficiente para ser reconocido por ciertas personas. Las vio. Vio a la menor de los Stilinski junto a sus tres hijos e hija, atendiendo el puesto de frutas. Ladeó la cabeza. Todos ellos eran pecadores, cómplices.

Lo merecen.

Comenzó a caminar, alejándose de ahí. Tomó un caballo, partiendo hacia las afueras del centro. Estaba llegando a su destino, cuando una figura femenina en medio del camino de tierra lo detuvo.

—Merlín, Merlín, Merlín —habló, casi con pésame—. Sí que eres valiente para venir hasta aquí.

Merlín se bajó del caballo, obligando a éste a que retomara su camino de vuelta al mercado. Caminó, quedando a diez metros de la mujer. Desde su espalda, tomó un cetro. La híbrida no se doblegó al ver aquella potente arma. No. Ella tenía confianza en sus habilidades, y sus constantes años de entrenamiento para ese momento.

—Phasmatos malicious. Et veni ad lucem, cuncta in via.

En cuanto recitó aquellas palabras, fue envuelta por un círculo de fuego. Intentó combatirlo, pero las llamas se alzaron, probablemente llamando la atención de cientos de personas en el pueblo. Merlín sabía que vendrían al espectáculo, justo para el momento preciso.

—¡Phasmatos malicious! ¡Et venid ad lucem! ¡Cuncta in via! —gritó, controlando el fuego con su cetro. La mujer se arrodilló, sin gritar, pero cubriendo su cabeza con sus manos— ¡Phasmatos malicious! ¡Et venid ad lucem! ¡Cuncta in via!

Después de recitarlo por última vez, el fuego cesó. Se acercó, viendo que, efectivamente, había funcionado.

—Eres el principio de un fin, Maggs —habló Merlín, sin inmutarse. Utilizó un hechizo para parecer un campesino normal, para luego, gritar—. ¡Ayuda! ¡Ayuda!

Más de la mitad de la gente del pueblo se acercó, viendo que Maggs, la mujer que se había ganado tanto el cariño de la gente, estaba convertida en un monstruo. Rugía, con enojo, intentando controlarse, pero Merlín había desatado su peor lado. Maggs, de un segundo a otro, rugió con fuerza y saltó, transformándose en un gigante lobo gris. Acechó al pueblo, quienes, desesperados, intentaron conservar la calma. Hasta que el grito de una mujer dio inicio... a un fin.

𝑫𝒀𝑵𝑨𝑺𝑻𝒀: 𝑇𝐻𝐸 𝑉𝐴𝑀𝑃𝐼𝑅𝐸 𝐷𝐼𝐴𝑅𝐼𝐸𝑆 | 𝐊.𝐌 / 𝐃.𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora