𝐃𝐘𝐍𝐀𝐒𝐓𝐘 | 𝚃𝚅𝙳𝚄 𝚡 𝚃𝙴𝙴𝙽 𝚆𝙾𝙻𝙵 𝙲𝚁𝙾𝚂𝚂𝙾𝚅𝙴𝚁
Todo comenzó en el siglo V d.C
en Britania, donde nadie tenía
idea cómo había sido creado
posiblemente el peor monstruo
de la humanidad.
Una Wendigo, una asesina,
una híbrida.
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Britania, 457.
Habían pasado siete días desde que abandonaron al resto de su familia, desde que los vieron llegar a Caledonia sanos y salvos.
Ambos tenían capuchas en sus cabezas, sin ser reconocidos. Corrían por el bosque, para no ser encontrados. Se detuvieron justo frente una casa, la cual por suerte tenía sus luces encendidas.
—¿En serio quieres hacer esto, Nat? —preguntó su hermano.
—Hermanito... Nathaniel no ha recibido ni la mitad de lo que se merece.
Con una sonrisa, lanzó el cuerpo de la supuesta novia de su hermano, con fuerza justo unos metros de la puerta trasera.
Nathaniel sintió un peso muerto caer, así que decidió salir de casa. Sollozó en cuanto vio el cuerpo de su amada, cubierta en sangre, sus ojos abiertos, con lágrimas, desgarrada. Miró hacia todos lados con enojo, pero, no se veía nadie. Acarició la cara de la mujer, llorando.
—Hola, hermano.
Su cabeza se levantó lentamente, viendo que su hermana estaba delante de él. Retrocedió con intenciones de entrar a la casa, pues estaba protegido desde dentro, pero no contó con que Beltrán ya lo estaba esperado.
—¿Vas a algún lado? —preguntó, ladeando la cabeza.
La melodiosa risa de su hermana fue el fin para él. Sabía que lo matarían, estaba seguro de eso.
—Vaya que hiciste cosas desde que nos fuimos —habló Natalie, pateando levemente el cuerpo inerte de la pareja de su hermano.
—No la toques —contestó, y su hermana carcajeó.
—¿Por qué no? Está muerta —sonrió—. Ahora, tienes dos opciones: si gritas, Percy y sus hijos saldrán, cosa que es igual a problemas, ó, puedes quedarte callado como un buen chico, y no tendremos que destruir a la familia de Percy.
Beltrán la miró con las cejas alzadas. Eso no era parte del trato. Claro que no. Ella le había dicho que no tocaría a sus sobrinos.
—No lo harías —murmuró.
—¿En serio? —preguntó, fingiendo sorpresa.
—No. Sé que no lo harás —Nathaniel sonrió—. No podrías perdonártelo, hermana. Siempre has sido así.
—Puede ser —hizo una mueca, encogida de hombros—. Pero, Eso no significa que no pueda obtener un bocadillo.
—Natalie... —habló Beltrán, advirtiéndole.
—Cállate, Beltrán —le ordenó.
Se acercó a su hermano, paseándose en círculos, acechándolo. Nathaniel se quedó quieto, mirando hacia el suelo. Se sobresaltó al sentir el tacto de su hermana sobre él. Soltó unas cuantas lágrimas, mirando a Beltrán con súplica, pero éste no hacía nada, sin importar que tenía intenciones en ayudarlo, las ignoró.