𝐃𝐘𝐍𝐀𝐒𝐓𝐘 | 𝚃𝚅𝙳𝚄 𝚡 𝚃𝙴𝙴𝙽 𝚆𝙾𝙻𝙵 𝙲𝚁𝙾𝚂𝚂𝙾𝚅𝙴𝚁
Todo comenzó en el siglo V d.C
en Britania, donde nadie tenía
idea cómo había sido creado
posiblemente el peor monstruo
de la humanidad.
Una Wendigo, una asesina,
una híbrida.
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780, d.C. Britania.
Doscientos cuarenta y siete años. ¿Cómo se podrían resumir estos doscientos cuarenta y siete años?
Desde que Carter se había autoproclamado Reina de Britania, dio comienzo a la Era Oscura para todos sus súbditos. Todos sabían la criatura que Natalie Stilinski era, absolutamente todos. La inmortal que veía a padres con sus hijos, a esos hijos convertirse en abuelos, bisabuelos, tatarabuelos. Todos ellos rezaron por lo mismo: la caída de la Reina Carter.
Sin duda, ella había hecho muchas cosas. Había protegido su hogar de colonizadores, con los peores métodos de tortura alguna vez pensados, muchos peores que los de Arturo. Había convertido a aldeanos en sus guardias híbridos, y ellos, debido al vínculo que tenían con su ama, no podían negarle absolutamente nada. Si se resistían, su destino era horrible.
Beltrán se había convertido en el Rey, aunque obviamente no estaban casados ni se iban a casar. Él tampoco había conocido a ese alguien importante que podría causar un quiebre en la relación entre él y su hermana, pero hasta el momento, le sería leal a ella. Amaba a su hermana, incluso cuando pensaba que su hermana ya no era capaz de sentir alguna mísera pizca de amor.
Nathaniel le entregó su lealtad, apesar de todo. ¿Quién se lo creería? Definitivamente ella no. Sentía que en cualquier momento él haría algo, la más mínima cosa, para traicionarla. Sin duda, la vida del varón mayor de los Stilinski se había vuelto miserable. Todos le temían, y eso le causaba que nadie quisiese acercarse a él. Estuvo décadas buscando la daga con cristales celestes para poder terminar con su sufrimiento y ser libre, pero había desaparecido, y nadie jamás sabría su paradero. Él pensaba que conocía a su hermana como la palma de su mano, a pesar de odiarla cuando eran pequeños, era muy observador y jamás se le escapaba nada, excepto ahora.
Alanna tomaba su siesta de cien años, y se quedaba muy poco tiempo, no alcanzaba a quedarse ni siquiera un año. Sentía un vacío que tenía que ser llenado, pero no había encontrado a nadie. Normalmente aparecía por meses, viajaba un poco, se ponía al día con las cosas que Carter hacía, y la Primera Híbrida la llevaba a su habitación para que volviera a dormir, un lugar en lo más oscuro y recóndito dentro del castillo de Arturo, lugar donde absolutamente todos, incluso Beltrán y Nathaniel, tenían prohibido ir.
Ahora mismo, estaba en la sala del trono, viendo cómo sus guardias arrastraban a un sangriento hombre por toda la entrada, para llegar hasta ella. Habían algunos guardias que eran absolutamente leales a ella, y que le agradecían por el don de la vida infinita, y habían otros que tenían miedo de rebelarse contra ella, y que odiaban con todas sus fuerzas haber sido convertidos en inmortales, pero eran demasiado cobardes como para suicidarse.
—¿Y? —preguntó al ver a dos de sus guardias arrastrar al hombre. No tenía idea quién era, no conocía a todos los aldeanos de ese pueblo, pero si estaba así, era porque algo había hecho. Las leyes machistas que Arturo tenía habían cambiado, y su Imperio era intolerable ante la mas mínima cosa.