El fin de semana llegó casi como un relámpago, y a pesar de que estaba lloviendo a cantaros para cuando dieron las nueve de la noche, Chris y Hannah se empeñaron en que debíamos asistir a la fiesta o aquella noche sería el fin de nuestras vidas. Como todos teníamos el plan de irnos a beber, nadie llevo coche propio y todos llegamos en taxi. En la entrada de la casa me encontré con Hannah, bien vestida y con la ropa pulcramente arreglada, era costumbre que aquella chica se viera siempre impecable.
Me miró de arriba abajo antes de sonreír, antes de que comenzara a hablar, supe que se iba a burlar de mí.
—¿Sabias que era una fiesta de la universidad, Nicholas? No del penal del que saliste.
Rodé los ojos, mirándola con desdén, me había tomado fuera de guardia y no alcancé a formular una buena broma antes de que Chris se apareciera y la tomara de la cintura. Todas sus expresiones de cariño me hicieron querer devolverme a mi casa. La semana había sido pesada, no había dejado de pensar en Katharine e incluso le escribí otro mensaje alguna noche.
"Todavía me afecta que la puta gente tenga siquiera un rasgo parecido al tuyo. He visto a un enano con tus ojos y la tranquilidad se me ha ido por la borda. ¿Qué manera de atormentarme, Kat?"
Igual que siempre, el mensaje se envió, pero nunca se recibió. Ojalá ella pudiera verlo, quizá me diría que era un idiota, que ese niñato no tenía el más mínimo parecido a ella y que comparar a un niño con ella lo hacia lucir como un maricon. Probablemente, el tal Mateo era maricon y por eso tenía ese tipo de rasgos delicados. Al pasar los días, la rabia contra aquel individuo parecía crecer de alguna manera en mí, sentía como si algo de él tuviese que estar conmigo y no con él.
Suspiré, por lo menos no había vuelto a verlo y Chris jamás sacó el asunto a colación de nuevo.
Salí de mis pensamientos cuando entramos a la casa, era un espacio grande y se suponía que una fraternidad de chicos convivía ahí. Alguna vez, uno de ellos me había ofrecido pertenecer a la pandilla, pero siempre me negué. No me agradaban del todo las multitudes y tampoco solía caerle bien a la gente, así que lo mejor era quedarme en el territorio seguro.
Conseguimos asientos en un mueble de la sala y de inmediato una chica nos ofreció cerveza, antes de irse me guiñó el ojo y yo le dedique una sonrisa. Quizá no me caería mal un poco de diversión, llevaba más de un mes solo y bueno...Que mas daba. Esperaría a ver la evolución de la noche y si me era posible, hablaría con ella.
Estaba observando el área de la piscina cuando de repente Hannah dio un salto en su asiento seguido de un gritito largo de emoción. Salió corriendo hacia la entrada, donde un par de chicas estaban reunidas junto a otra persona que no alcanzaba a ver, pero por alguna razón, continúe observando. ¿A que se debía tanta emoción? Chris me miró por encima del hombro, pero parecía extrañamente preocupado. Entonces, las chicas se dispersaron y en la mitad del grupo, Hannah estaba abrazando al capullo de la habitación de Chris, a su amiguito Mateo que venía vestido como un idiota y tenía... ¿Los ojos pintados? ¿Pero que demonios? Jamás había visto algo como eso, o al menos, un solo hombre que se viera bien con una cantidad de maquillaje como aquella. Llevaba en los ojos una sombra negra que le cubría todo el parpado, y al mover los ojos, su mirada se veía más dura, inquietante casi, con la confianza que solo nace de alguien que hace algo sabiendo el efecto que puede causar en los demás. Pero a diferencia, Mateo no parecía notarlo. De hecho, solo estaba mirando con curiosidad, ajeno del efecto que producía. Algunas otras personas también lo observaron, pero a nadie pareció molestarle tanto como a mí el hecho de que se viera ridículamente femenino.
Así me recordaba más a ella.
En ese momento quise levantarme y ponerle el ojo negro sin necesidad de maquillaje. Miré a Chris y este me miró de vuelta.
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Querido Nicholas,
RomanceCuando Nicholas termina la única relación en su vida que lo ha hecho sentir vivo, se refugia en el alcohol y está dispuesto a hacer cualquier cosa para olvidar a su exnovia. Y entonces conoce a Mateo, tan tímido e inocente como para ser irreal. Nic...