seis.

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Querido Nicholas,

En la mañana me desperté primero que tú y me alegro profundamente verte dormido. No sé cual es el problema con tus sueños, quizá tienes pesadillas y lamento mucho no poder ir a salvarte. Me duele un poco verte tan pálido, demacrado. Quizá tampoco comes bien. ¿Qué necesitas, Nicholas? ¿Cómo puedo volver a traerte a la vida? Te pasé la mano con cuidado por el rostro, por las mejillas y el mentón afilado. Tantos rasgos masculinos, tanta fuerza bruta. Como un diamante, brillas mucho para mí, aunque a veces te oscurezca tu carácter. Me decidí a levantarme antes que tú para preparar algo. El reloj de la mesilla indicaba que eran casi las doce de la tarde. Me bajé con cuidado de la cama, pero no te despertaste.

Hoy debía ordenar cuando te fueras, pero detesto pensar en tenerte lejos. ¿Saber eso haría que te enojes? Me sacudí la cabeza y decidí que quizá me haría bien contarte que a veces me das un poco de miedo, y aunque no pueda decirte que eso me afecta porque no creo que el amor deba estar manchado con algo como el miedo, por lo menos me gustaría saber si puedes hacer algo al respecto. Todavía necesito saber si te importa...si yo te importo por lo menos un poquito y con eso va a ser suficiente, te prometo que yo puedo poner el resto.

Caminé descalzo hasta la cocina y saqué varias cosas para poder comenzar. Había cerrado la puerta de la habitación para que el ruido no te moleste, necesitas descansar. Yo tenía que hacer algo rápido y que no costara demasiado trabajo. Pasta, eso era. Recordaba aquella receta de internet y todavía guardaba un poco de queso. Coloqué un poco de música desde mi teléfono y me concentré en cocinar, quizá con un poco de suerte te quedaras a comer conmigo. ¿Crees que sea demasiado? Te prometo que van a estar bien, las hice alguna vez para Albert y a él le gustaron muchísimo.

Albert era la única persona a la que le gustaba cualquier cosa que hiciera. Mamá solía decirle cuando estaban casados que era un padre frustrado y que volcaba toda esa frustración en mí, pero yo siempre me sentí agradecido de que así fuera. Después de todo yo también era un hijo frustrado, y el encontrarme con un padre, aunque fuera de mentira terminó salvado mi vida. Eso me recordaba que debía llamarlo en la tarde para contarme que ya me había mudado a su estudio y que solo necesitaba un poco de dinero para comprar un librero. Él me diría que sí, seguramente, pero que esperara un poco porque estaba algo corto de dinero. Nunca nos había faltado el amor, pero el dinero escaseaba muy a menudo. Sé que se siente solo en aquella casa pequeña que ocupábamos los dos después de que mamá decidiera irse. No tuve que rogarle demasiado para que me dejara vivir con él. En el fondo, creo que ella misma se sintió liberada de algo. Yo me solté de sus reproches y me até a la única persona que me había querido en toda mi vida. Y así fue como Albert, con su extraño carácter retraído se convirtió en mi padre. Supongo que soy un poco como él a veces. Dice que me extraña y que ya no puede ver los especiales de seriados solo porque se siente mal que no esté allí con él. Le prometí que viviríamos juntos una vez terminara la carrera y es por él por lo que me esfuerzo tanto.

Algún día le voy a devolver todo eso. Se lo prometí, y a veces me recuerdas un poco a él. Mamá llamó la navidad pasada para contarme que estaba de vacaciones en Praga después de su cuarto matrimonio y que no podría ser más feliz. Me preguntó si aun vivía con el inútil de Albert y yo le colgué el teléfono. Albert jamás había golpeado a mamá, no como sus otros maridos de los cuales no podía decir lo mismo, pero ella ponía por delante ciertas cosas y después de que papá se fuera ella misma sintió que ya no tenía más que perder. En el fondo la compadezco. Y ella me compadece a mí.

Estaba poniendo el fuego en calor medio cuando sentí una mano en la cintura y me sobresalté de inmediato, casi hasta tirar el sartén caliente. Tu me sujetaste y evitaste que hiciera un desastre. Ya tienes el cabello lo suficientemente largo como para que se desordene y es de un color precioso. Siempre pensé que eras rubio, pero en realidad tu cabello es más café que dorado. No llevabas camisa, ni pantalones. Que bonita ropa interior. Tragué saliva y tú sonreíste. Que bonito sonríes.

Querido Nicholas,Donde viven las historias. Descúbrelo ahora