la melancolia viene a buscarnos/mira tus manos.

788 126 80
                                    



Estaba caminando por los pasillos de la universidad cuando me detuve para guardar un par de cosas en mi antigua taquilla. Ya no jugaba en el equipo de fútbol de la universidad, pero nadie me impedía usar la taquilla por ahora. Aun recordaba lo feliz que me sentía después de salir de aquellas prácticas eternas, recordaba perfectamente a Katharine esperándome en las gradas con una sonrisa, su cabello negro ondulándose con el viento y su sonrisa llenado de luz la instancia.

Había soñado con ella mientras dormía con Mateo, y al despertarme, extrañamente no me sentí decepcionado de verlo a él en vez de a ella, en cambio, casi sentí algo de paz. No estaba dispuesto a admitirlo, respire dos veces y guarde una botella de plástico que si contenía agua. Había desechado todo el vodka en la mañana, pero en aquel momento habría apreciado un pequeño trago. Tan solo un poco...No me detuve demasiado tiempo a pensar en la abstinencia, la palabra alcohólico se me estaba clavando en las costillas.

Y de repente, un diminuto huracán me atravesó. Lo escuché correr hacia mi antes de verlo, y por instinto meramente sabía que se trataba de Mateo. Para cuando di la vuelta, estaba frente a mí y en un solo salto estaba metido en mis brazos. Supongo que tanta calidez terminó por quemarme, sentía su pequeño cuerpo contra el mío y no supe qué hacer. Era tan extraño recibir un abrazo con aquella cantidad de emoción, era tan extraño recibir un abrazo...Me quedé quieto mientras su respiración me rozaba el lóbulo de la oreja, estaba paralizado, quieto en mi lugar sin saber por qué. Mateo se separó un poco de mí, sin dejar de tocarme el pecho con las manos me miró con los ojos llorosos y una sonrisa enorme en los labios.

—¡Pasé, Nick! ¡Pasé por fin Calculo! —seguía sonriendo y esa pequeña boca llena de generosidad me tenía sin palabras. ¿Qué hago? ¿Por qué estoy tan jodidamente nervioso? Intenté sonreír, pero seguramente Mateo lo interpretó como un gesto de incomodidad.

¿Cómo te explico que estas rompiendo todas mis barreras?

Lo miré a los ojos, pero él se apartó de mi levemente, sus gestos denotaban un poco de vergüenza. Seguía sin saber qué decir.

—Lo siento...no debí haberte abrazado así aquí, es solo que yo...

No soporte que se disculpara, pero no sabía cómo hacerle ver lo que yo veía.

Tragué saliva, por fin el aire pareció atravesar mis pulmones nuevamente, Mateo me quitaba la respiración y yo apenas estaba dándome cuenta de ello.

—No te disculpes, ven acá —le dije, al mismo tiempo que abría un poco los brazos hacia él. La cara de Mateo se iluminó con una sonrisa que podría haber dado luz al mundo entero, se metió en mis brazos y apoyó la cabeza en mi pecho, yo lo rodeé con mi cuerpo completamente, lo apreté como si fuera necesario para mí. No podía permitir que se sintiera mal por hacer algo que me había devuelto el aire. Le di un beso suave en la coronilla, él me miró desde abajo con aquellos ojos enormes que jamás entendería aquello tan bueno que observaban en mí. Sonreí con el alma. —Felicitaciones, pequeño.

Mateo soltó una pequeña risa y yo reí con él. Se apartó de mi con las mejillas sonrosadas y el pelo un poco revuelto. Encantador.

—Y-yo q-quería darte las gracias.

Sonreí de nuevo.

—¿Por qué? Yo solo te ayude a estudiar un poco.

—Tú me curaste los nervios.

—Bueno...te sigues poniendo nervioso.

—Pero solo contigo.

—¿Ah sí? No deberías, ya te he visto desnudo.

Querido Nicholas,Donde viven las historias. Descúbrelo ahora