Después de dos semanas de ignorar a Chris, a Hannah y a Mateo especialmente a él. Las cosas empezaron a salirse de control. Y no es que yo fuera bueno controlando las cosas a mi alrededor, pero la avalancha de pensamientos extraños y de deseos inusuales me terminó hundiendo en una espiral de confusión.
Pensaba mucho en él, de una manera poco pudorosa, descarada, lasciva. Me había comenzado a hacer a la idea de verlo bailar desnudo en mi mente, había imaginado tantas cosas con su cuerpo que lo difícil sería contenerme si llegaba a verlo. Pero lo que más sentía era rabia, rabia por perder siempre el control de todo. Sentía rabia contra él por cruzarse en mi camino, por parecerse a Katharine y por robarme la tranquilidad. Yo no dormía un maldito segundo, y seguro él podía dormir a pierna suelta mientras yo luchaba con la maldita ansiedad de querer un trago.
Había pensado miles de soluciones y ninguna parecía realmente adecuada. Había pensado en volver a salir de la universidad, en irme a alguna maldita parte donde no tuviera que enfrentarme a esto. Pensé, inútilmente, que, si me escondía lo suficiente, el fuego que me perseguía pasaría de mí y yo seguiría ileso.
Solo quería olvidar, así que en esas dos semanas me bebí incontables botellas de vodka, lloré sentado en mi cama y en ocasiones, cambiaba de sitio para no ser miserable en el mismo lado siempre. No dejaba de pensar en Katharine y a veces, mi extraño deseo por Mateo se filtraba en una rendija, ocupaba mi mente un segundo y después se desaparecía.
Le escribí a ella mil veces que tenían que ver con él. Le dije cuanto lo odiaba, cuanto se parecía a ella y lo enfermizo que se sentía desearlo de esa manera. ¿Habría perdido mi hombría o se la había llevado Katharine? Alguno de ellos, definitivamente me había robado algo, Katharine, las ganas de vivir y Mateo la tranquilidad. Ella ya no estaba, pero si existía alguien con quien podría desquitarme de todo esto, y quizá, esa si era la mejor opción.
Así que la mañana del lunes, luego de dos semanas de evitar todo esto, decidí que lo mejor era enfrentar mis problemas de una vez por todas. Tenía que acercarme a él, encontrar una manera de hacer...algo, respecto a mis deseos. Quizá al hablar con él me daría cuenta de que estaba loco y hormonal, de que el insomnio iba a acabar conmigo al igual que alcohol, pero lo cierto era que para seguir vivo necesitaba resolver las dudas que habían aflorado en mí, gracias a él y a sus estúpidas piernas bonitas.
Me di una ducha larga y me observé en el espejo un momento, iba siendo momento de volver a cortarme el pelo, estaban empezando sobresalir los mechones rubios y detestaba el pelo largo. Me afeité con cuidado y pensé por un momento que necesitaba regresar al gimnasio. Antes, cuando jugaba futbol me mantenía en forma, pero eso no iba a durar toda la vida y mucho menos con mis hábitos.
Me vestí y coloqué la ropa vieja en el cesto de lavar, en todo el camino a la universidad me pregunté si Katharine pensaría que soy homosexual. ¿Habrá sido esa la razón por la que me dejo? Quizá ella lo intuía y por eso había terminado yéndose con otro. Me detuve en la puerta de mi casillero y me golpeé mentalmente. No soy homosexual. Solo...tengo curiosidad. Si, eso, curiosidad. No podría besarlo, por ejemplo. Ese pensamiento me resultaba asqueroso.
Me metí a mis clases con afán e intenté concentrarme, iba a necesitar este título, de todas maneras. No es que tuviera una empresa que administrar, pero mi madre había insistido...y mi tío también. Ellos pagaban por todo esto y lo menos que podía hacer era cumplir. Salí del primer bloque y caminé hasta la cafetería que llevaba evitando por dos semanas consecutivas, busqué con la mirada la mesa en la que siempre estaban Chris y Hannah a esta hora, desde lejos, el cabello rojo de Hannah me confirmó que se encontraban allí.
Estaban solos. ¿Dónde estaba Mateo? Hannah me observó desde lejos y le hizo señas a Chris en cuanto me acerqué. Ambos me miraron con atención cuando me senté frente a ellos sin decir nada, estaba un poco apenado, a decir verdad.
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Querido Nicholas,
RomanceCuando Nicholas termina la única relación en su vida que lo ha hecho sentir vivo, se refugia en el alcohol y está dispuesto a hacer cualquier cosa para olvidar a su exnovia. Y entonces conoce a Mateo, tan tímido e inocente como para ser irreal. Nic...