ocho.

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Querido Nicholas,

Desearía no haberte conocido nunca.

Desearía no quererte.

Desearía no despertar cada mañana para sentir este dolor.

La primera semana, creí que iba a morirme ¿sabes? Sentí que me era imposible respirar sin que algo dentro de mí no sangrara. Jamás entendí lo que significaba un corazón roto hasta entonces.

Significa que mueres, que dejas de vivir por mucho tiempo hasta que la luz del sol parece devolverte la vida. Me gustaría decirte que llegué a ese momento y que finalmente te he perdonado, pero no es así. Estoy lleno de las cicatrices que me ha causado quererte.

Albert me llamó, porque sentía que algo estaba mal conmigo. Jamás había tenido que mentirle, pero su preocupación era tan real que me habría obligado a regresar con él y no estoy dispuesto a dejar la universidad.

No sé si te has retirado, o si volverás, pero agradezco no haberte visto nunca en estos meses. A veces sueño contigo, sueño que nos tomamos de la mano y que eso no tiene sangre de por medio. A veces sueño con el accidente.

A veces sueño que estás muerto. Y lloró, lloró muchísimo porque si supiera que te has ido de este mundo una parte de mí se iría contigo, pero creo que de cualquier manera hay algo de mí que te llevaste y me parece que no estás dispuesto a devolver. Recuerdo que dejamos de vernos en Febrero, y después de ello el tiempo ha corrido a una velocidad impresionante. Jamás le pregunté a Hanna por ti, o a Chris, y ninguno estuvo dispuesto a dejar escapar un solo comentario.

El semestre terminó, pasé Cálculo con honores por segunda vez gracias a todo lo que me enseñaste. Aún sigo llorando en los rincones. Aún te veo caminar, imagino que paso la calle y me encuentro con tus ojos y tu boca y me dices que lo sientes.

Aquel verano, antes de que Chris y Hanna terminaran de empacar para visitar a los padres de Chris en Escocia, los escuché hablar.

—Te digo que llamó desde el aeropuerto, Hanna. Ha sido imposible saber qué se trataba de él —susurró Chris. En ese momento me pegué a la puerta. El corazón me latía como un desquiciado. Sabía que se trataba de ti.

—Es solo que...no tengo nada en contra de Nicholas, pero...ver a Mateo como lo he visto todos estos meses es algo que jamás voy a perdonarle.

Chris asintió.

—Yo tampoco, Han. Solo ha dicho que se fue a Londres. Fue muy breve, quiso saber si podíamos mantener contacto por mensajes de texto pero le dije que lo pensaría. Quiso saber cómo estaba Teo.

Hanna se sobresaltó. Tan preocupada por mi que me arrancó una sonrisa, en ocasiones era lo más parecido a una hermana que yo jamás tendría.

—¿Qué le has dicho?

Chris pareció pensárselo un momento antes de responder.

—¿Qué le has dicho, Christopher? —preguntó ella de vuelta, solo solía llamarlo por su nombre para dejar en claro que estaban tratando un asunto de suma importancia.

—Le he dicho que se encontraba bien. No te enojes, que Mateo ha llevado muy bien las cosas.

Hanna suspiró. Una mentira. Otra mentira entre nosotros, Nicholas, ¿puedes creerlo? Yo sí, después de todo, muy poco respecto a lo que fuimos es verdad. Aún recuerdo su rostro. Tan parecido al mío, tan enfermizamente familiar que me eriza la piel. Los veo juntos, perfectos. Te veo tomarla de la mano en mis sueños mientras yo observó por una ventana y considero fuertemente brincar de ella. Siempre se acaba antes de que pueda lograrlo, y siempre te veo sonreír como nunca me sonreíste a mí. Te has ido a Londres.

Querido Nicholas,Donde viven las historias. Descúbrelo ahora