cinco.

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Querido Nicholas,

Chris no terminó por descubrir nada. Cuando abrió la puerta, ya habíamos recogido casi todo y aparte de mi cara que estaba roja de solo mirarte, nadie podría sospechar lo que había pasado. Por precaución me quedé acostado de espaldas y pretendí que ignoraba todo a mi alrededor. Sentía mucho dolor físico, al principio no me había dado cuenta de que era posible que me hubiese lastimado.

Cuando me bañe tenía sangre y varios moretones en el cuerpo. Intenté no dejarme sofocar por ello, no deje que mi mente volara hacia lugares que no debería, pero por alguna razón...empecé a recordar y lo lamento mucho. Decidí que sería mejor no mirarme demasiado al espejo. Tenía una marca en el cuello gigante y visible, es un detalle estúpido, pero me sorprende el tamaño de tu mandíbula. Creo que eso es raro.

Estaba cubierto en dos sabanas para cuando me llevaste a la cama y me habría gustado pedirte que te recostaras conmigo, pero sé que habrías dicho que no. Eso está bien, supongo. Estaré mejor mañana, aunque tenga que amanecer solo.

Para cuando Chris entró en la habitación, me puedo suponer que se quedó un poco sorprendido de verte allí, yo no tenía energía para ayudarte a mentir así que me limité a dar la espalda. Estaba seguro de que dirías lo adecuado y además yo...estaba cansado, casi muerto de sueño. Me dolía el cuerpo y por alguna razón también el alma.

Había escuchado historias de terror sobre la primera vez. Y en el fondo siempre supe que no sería una experiencia rescatable...pero contigo había estado bien, solo había dolido como el demonio. No tenía idea de si esto era algo que planeábamos repetir, por mi parte, no sé si habría dicho que sí. En la biblioteca me sentí tan valiente...pero la verdad es que lo que más deseaba era simplemente tenerte cerca y creo que por eso habría dicho que sí a cualquier cosa. Cuando vivía con Adolf en Minnesota tenía un amigo que también era homosexual. Se esforzaba por explicarme las cosas básicas que debería saber, me decía siempre que algún idiota iba a llegar y querría ser brusco solo para complacerse, no fue el caso...me sentí bien en gran parte de todo aquello, pero creo que lo que me duele es la razón real por la que tu hiciste la pregunta y por la respuesta que te di.

Dijiste que te calentaba mucho y yo quería saber como se sentiría tenerte cerca de esa manera. Fue un intercambio justo y sin embargo...Siento que algo me falta, que te vas y me dejas sin nada. Tampoco puedo decir que me robaste algo es solo...No entiendo bien esto, ¿sabes?

Quizá sea la fiebre. A mi espalda escuché los murmullos de Chris.

—Nick, ¿Qué estas haciendo aquí?

Desde la cama te escuché tragar saliva. Asumo que te acomodaste el morral en la espalda. Asumo que te vas. ¿Por qué no me llevas contigo?

—Vine por un libro que necesitaba, te pedí que me lo llevaras a clase y se te olvido. —dijiste. Cuanta seguridad, ¿Cómo lo logras?

Chris se llevó una mano a la nuca, apenado.

—Es cierto, discúlpame hermano.

—No pasa nada, ya me iba —dijiste. Seguro no vas a decirme adiós...es, esta bien.

—¿Mateo esta dormido? —preguntó Chris.

Carraspeé como acto voluntario.

—Creo que no se siente bien —dijiste. Tienes razón, algo dentro de mi no se siente bien y no entiendo por qué. ¿Acaso me he equivocado tanto?

—¿Qué tienes, Teo? —preguntó Chris. Yo me limité a dar un poco la vuelta, pero me tapé el cuello con las cobijas. No tenía idea de como iba a ocultar ese moretón.

Me miraste fijamente y casi sonreíste. Por un momento me olvide del dolor y de donde venía, me olvide de como tomar decisiones y todo lo que vi fue la comisura de tus labios levantarse un poco y eso me hizo querer sonreír a mi también. Supongo que todo esta claro dentro de mi hasta que me encuentro con tus ojos. No aparte la mirada de la tuya.

Querido Nicholas,Donde viven las historias. Descúbrelo ahora