Capitulo 36

279 16 2
                                    

Félix de Dinamarca

Me sentía ansioso y aterrado.

Esos dos sentimientos invadían todo mi ser.

La mujer que amo posiblemente no llegue a sobrevivir, sigo detrás a la ambulancia, las lágrimas de mi rostro no paran salir. Dios por favor no dejes que muera... es lo que amo en este mundo, golpee el volante con fuerza.

No quiero sentir este sentimiento de perder a alguien, otra vez.

Creo que mi familia y amigos vendrás después.

A los lejos me di cuenta de cómo la llevaban en una camilla adentro de la entrada de emergencia del hospital, baje rápidamente de mi auto. Voy corriendo donde estaban los paramédicos, miro aterrado al doctor cuando empieza a gritar " No reacciona" comencé a alterarme. El paramédico se subió sobre ella, empezando a presionar sus manos sobre su pecho haciendo que me asuste más.

Noto como pasan una puerta más intento cruzar más, pero una enfermera me detiene el paso.

—Señor no puede pasar de aquí, está prohibido —apreté los labios con molestia.

—Cómo puede decirme eso, soy el príncipe de Dinamarca —La empiezo a mover a un lado hasta que siento unos brazos, veo que es Simón.

—Cálmate, déjeles hacer su trabajo.

No puedo estar tranquilo.

Me siento que en las sillas que están aquí cerca ahí, odio los hospitales, me prometí a mí mismo que nunca iría a uno de nuevo. Aun así estoy aquí esperando a la mujer que salvo a mi prima y está en cirugía ahora mismo. No sé cómo sentirme, siento un vacío, quiero tenerla a mi lado. Tomar su mano, sobre todo sentir ese calor característico de ella.

Cubrió su rostro con sus manos.

Simón veía como su amigo estaba así de destrozado, no lo había visto de esa manera hace años. Le envió un mensaje a Rebeca, que estaba en el hospital para que se mantenga calmada. Simón vio como entraron Nicolás, Enrique y los demás, se dedicó a sobar la espalda de Félix para darle ánimo.

Gire mi cabeza notando que toda mi familia y amigos cercanos estaban aquí, aunque no estaba mi tío Federico y su majestad la Reina imagino que estaba arreglando asuntos sobre mi Tía princesa María.

—Cálmate, por favor —escuché decir a Simón sobando su espalda.

—Cómo quieres que me sienta —respondí, tenía mis manos sobre la cabeza agachándola.

—Te traeré algo de agua —sentí como se fue de mi costado.

Levante un poco la mirada, note que los amigos de Mia. Todos estaban preocupados. Mi hermana se me acerco abrazándome junto a mi lado.

—Lo siento de verdad —tomo mi rostro— mira, ella es fuerte y lo va a lograr, no lo olvides.

Me abracé a ella.

—Hijo —escuche la voz de mi padre—. Sé que estás mal, pero saben si han dicho algo

—No me han dicho nada.

Él asistió

Puse mi cabeza en el hombro de mi hermana hasta que vi a Isabel con lágrimas en los ojos, jamás la vi así desde hace un tiempo.

—Perdóname, todo es mi culpa —agarro mi mano.

—No para nada, no es tu culpa. Nadie sabía con claridad lo que iba a pasar —respondí. Aunque este algo inestable no quiero alterarme más.

Se retiró de mi lado observando cómo iban a los amigos de Mia, miraba un punto en la nada. Hasta que oí como las puertas se abrieron, me levante de inmediato para ver una enfermera salir corriendo, me hizo preocupar mucho hasta que la misma volvió. En sus manos traía unas bolsas de sangre.

Stay with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora