Capitulo 10

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"Dignificación"

Para cuando volvieron al muelle, algunos discípulos de la Secta Lan estaban ya retirando las redes atrapa espíritus. Como podía esperarse de un fenómeno tan violento, cada red contenía al menos cinco cadáveres que todavía se movían aún estando fuera del agua.

Lan Wangji ayudó a los discípulos con esta tarea, se aproximó al borde del muelle y utilizando su poder espiritual trajo un par de redes llenas desde la distancia.

Después de esto, otros discípulos se encargarían de sacar las redes y arrastrarlas tierra adentro.

Este acto continuó un tiempo hasta que un buen número se había juntado. Sólo entonces Wei Wuxian se aproximó a Lan Zhan, quien parecía muy concentrado en su tarea.

—Lan Zhan…—habló Wei Wuxian, con una solemnidad que Lan Wangji no le conocía —¿En qué puedo ayudar?

Una vez que dejó un par de redes más muy cerca, el menor de los Lan se volvió a él —Encienda una gran pira, por favor.

El cultivador errante asistió a la orden enseguida y mientras los Lan trabajaban diligente e incansablemente para sacar las redes del agua, él se hizo de la leña que los aldeanos habían traído. Colocó una a una las piezas de madera y cuando la hoguera tomó robustez, dejó la paja por encima.

De los alrededores recogió algunas flores acuáticas y cuando las juntó obtuvo algunos ramos de buen tamaño. Mientras los discípulos Lan arrastraban la redes Wei Wuxian colocó estas cosas junto a un viejo tronco y corrió en dirección de los discípulos para apoyarlos.

—Segundo amo— dijo un joven aproximándose a Lan Wangji —Hemos contado casi cincuenta cadáveres.—informó.

Lan Wangji se dirigió hasta donde las redes estaban, los cadáveres continuaban moviéndose y emitiendo gemidos y sollozos.

En ese momento, el cultivador invocó al guqin que Wei Wuxian había visto con anterioridad y sólo entonces comenzó a tocar una melodía suave que, cuanto más avanzaba, parecía tranquilizar más y más a los cadáveres en las redes.

¡Qué fenómeno tan fascinante y tan extraño y triste a la vez!

Otros discípulos Lan, apoyaron al heredero retirando los cadáveres que habían dejado de moverse y que poco a poco fueron colocados cerca de la pira. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca Wei Wuxian pudo ver que los rostros, a pesar de la podredumbre, parecían serenos.

—Señor Wei— llamó uno de los discípulos y Wei Wuxian, saliendo de sus cavilaciones, atendió al llamado y ayudó a cargar y colocar los cadáveres sobre los troncos, uno a uno.

Colocó los ramos en todo el largo de la pira que ocupó gran parte de la franja del muelle, cerca del agua.

A Lan Wangji este gesto le llamó la atención, ¿Qué clase de persona o de cultivador se tomaría el tiempo de realizar tal gentileza para personas que ni siquiera conocía?

Mientras los miembros de la secta supervisaban y colocaban las redes de regreso en el agua, Wei Wuxian estaba realizando un pequeño ritual de purificación, agitaba su báculo de y rezaba, y, parecía tan concentrado haciéndolo que no pareció darse cuenta de que algunos discípulos estaban observando de pie, en silencio, lo que hacía.

Algo se sacudió al interior del hombre que lo estaba observando. Bajo la tenue luz de la luna y las fogatas, el cultivador errante le pareció etéreo, casi se obligó a desviar la mirada de no ser porque un fenómeno raro ocurrió: a pesar de que los espíritus de estos cadáveres se habían tranquilizado, vio muy nítidamente, pequeños destellos de luz que salieron de ellos y poco a poco se fundían con la noche, desvaneciéndose en la nada como el humo del té. Y no fue el único que lo vio, los discípulos estaban estupefactos y de no ser porque hablar en este momento parecía un gran sacrilegio, no les hubiera importado romper la regla del silencio, para preguntar a sus condiscípulos en relación al fenómeno que presenciaban con sus propios ojos.

Sangre jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora