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—¿Es este el par de amigos que tenía el Capitán América? —gruñó Walker, usando toda su fuerza para alejar a Sam de Bucky.

—Cierra la maldita boca —dijo Wilson, soltándose de él furioso.

Lemar se juraba a sí mismo que la única razón por la que pudieron separarlos era porque Bucky realmente no quería golpear a Sam. Pero era claro que el moreno no se veía tan sereno como siempre. Y no dejaba de preguntarse por qué en un principio la pelea comenzó a desarrollarse.

Bucky se retiró de Lemar también, enojado por supuesto.

—No sé qué demonios pasó aquí, pero esto se acabó. Les ordeno de inmediato que entreguen al prisionero —dijo John.

—Estamos lidiando con nuestros propios asuntos aquí, ¿no lo ves? ¿Acaso crees que todo es sobre ti? —le gritó Sam. Y limpió el hilo de sangre que goteaba de su boca—. Me debes una maldita explicación, Bucky.

—Yo no te debo nada —masculló el otro.

—No lo diré dos veces, ¿dónde está Zemo? —casi deletreó Walker—. Será mejor que hables, Sam ¿o cómo es que quieres que esto termine, ah?

Walker dejó el escudo a un lado, y arrojó el primer golpe hacia la cara de Sam. Pero fue detenido a tiempo por el brazo metálico de Barnes, quien ejerció tanta fuerza como para hacerlo arrodillarse frente a él.

—Ni siquiera te atrevas —masculló Bucky a Lemar, empujando a John en el piso.

—No vinimos a pelear —dijo Lemar, mostrando las palmas arriba—. Solo hemos venido por Zemo, pero si no colaboran la cosa puede empeorar.

Sam y Bucky se miraron unos segundos con expresiones totalmente descolocadas uno del otro. Todavía había una rivalidad extraña en esa mirada, tal vez una pizca de, “¿qué demonios te pasa?” en medio también. Sam, mirando al capitán tirado en el piso, le preguntó:

—¿Y eso fue porque iba a golpearme a mí o fue porque intentas defender a Zemo?

—¿Qué diablos pasó con ustedes? —preguntó Lemar sin poder evitarlo.

Iban a hablar, pero tres lanzas dieron directo a una columna en ese mismo instante. Cuando ambos se dieron cuenta de que Walker había lanzado su escudo a traición, agradecieron internante que las Dora Milaje lo hayan detenido. Luego de que un pabellón entero de guerreras wakandianas invadieran la sala empezaron a preocuparse.

Una cosa llevo a otra, en resumen, Walker recibió su merecido por haber subestimado a las Dora Milaje y ninguno de los bandos que participaron en la extraordinaria pelea de aquella sala en Letonia, pudo quedarse con el trofeo: Zemo escapó.

Cuando estuvieron solos en la casa, Bucky se tapó la cara con las manos y Sam se cruzó de brazos a un lado de él.

—¿Acaso le dijiste que escape?

—No, Sam, solo lo hizo —dijo Bucky, suspirando con cansancio.

Se acercó y miró la alcantarilla por la que escapó, frustrado. Cuando vio el espejo, notó que tenía una nota y la leyó. Estaba en ruso, quizá para que Sam no la descifre rápidamente.

«Fue maravilloso verte vulnerable, aunque haya sido por un momento. No me arrepiento de nada, solo de no quedarme para hacerte entender lo mucho que vales para los que te rodean. Llama a tu terapeuta, por favor. Necesitas dejar de verte a ti mismo como un soldado».

Guardó la risible nota en su pantalón y se quedó mirando su reflejo, le era imposible recordar su vieja vida antes de ser soldado. No podía por más que lo intentara. Y tampoco podía creer que Zemo haya querido hacerse el romántico con él al dejarle eso. "Que cobarde al no quedarse", pensó.

𝙋𝙧𝙤𝙗𝙡𝙚𝙢𝙨 » 𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙛𝙖𝙡𝙘𝙤𝙣 / 𝘽𝙖𝙧𝙤́𝙣𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora