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Sam tenía una bolsa de hielo en la mano, y acababa de entrar en la sala. Se quedó intentando entender que pasaba, sin que ninguno de los dos se diera cuenta.

—No —dijo, Bucky, tomando su cabeza y retirándolo de su boca—. No intentes distraerme. Quiero elegir a quien servir.

—No voy a obligarte a ser el soldado del invierno otra vez —dijo Zemo, enojado por la insistencia.

—Prométeme que dirás la palabra si lo necesitas. Prométeme que serás mi nuevo amo cuando está misión termine.

—No —dijo muy claramente Zemo—. Sam no lo dijo en serio, te necesitará con o sin el escudo.

—Él no me quiere cerca, es como si estuviera defectuoso. La única forma de ser útil es sirviendo como el soldado que solía ser. Sólo que con un nuevo propósito, sé que seríamos un gran equipo.

Sam miró la escena un poco triste y sintiéndose tal vez traicionado. Era horrible que estuviera tan cegado por el dolor, tanto que se ofreciera a Zemo de ese modo. Sin embargo, no tuvo las agallas de interrumpirlos, se sentía tan impotente... ¿cómo no notó que Buck se estaba ahogando en depresión?

—No, James. No te haré pasar por esto otra vez, no estás pensando con claridad —le dijo Zemo para su sorpresa. Sam frunció el seño y terminó escondiéndose en el marco de una de las puertas.

Zemo se levantó de su asiento y bebió algo de ron, aún no lo veían. A pesar de la poca convivencia que tuvieron, el barón lograba percibir que Barnes era muy terco.

Y efectivamente enojado por la negativa, James lo giró y acorraló en la pared. Acarició su cabello y lo miró fijamente. Zemo frunció el seño, pensó que lo golpearía, pero ni siquiera tuvo tiempo de asustarse, ya que recibió un beso que le reinició la mente.

Cuando Barnes se retiró, Zemo tenía los labios rojos y la mirada pedida en sus ojos azules, entonces sonrió. Le gustaba saber que todavía tenía ese efecto en las personas. Para el barón, era quizá la primera vez que veía a Bucky sonreírle a alguien de ese modo. Y le agradó tanto que fuera a él que quedó hipnotizado.

—Sé bueno y promételo —susurró James, acomodando su ropa de un modo muy sugerente.

—¿Intentas seducirme para que haga lo que dices?

—Has intentado manipularme muchas veces, ¿y tú solo te ofendes porque te seducí?

Zemo lo miró confundido, hasta que entendió el juego y también le sonrió.

—Supongo que estoy ofendido porque piensas que soy de los que caen con tan solo un beso —dijo, retándolo con esa mirada arrogante.

Lo siguiente que sintió fue un gran apretón en sus nalgas que le provocó un grito ahogado. Bucky lo levantó a horcajadas, algo que se estaba volviendo rutinario en estos encuentros y lo llevó al baño. Mientras abrazaba la enorme espalda de Barnes, se dió cuenta de que Sam lo miraba con ojos desorbitados de sorpresa.

Entonces le mostró la sonrisa más engreída que podía mostrar. Probablemente estaba rojo hasta las narices y su trasero tendría un moretón dónde la mano de vibranium había pellizcado, pero se moría de ganas de conocer la artillería pesada de Barnes cuando se trataba de seducir a alguien.

Cuando la puerta se cerró con un pequeño empujón de la pierna de Bucky, en la sala Sam comenzó a enloquecer. No sabía si debía entrar y detenerlos. No quería entrar y verlos en acción. Y por supuesto, no quería entrar y escuchar a Bucky decirle que él ya no importaba y tenía un nuevo amigo que podía entenderlo mejor.

Se llenó de inseguridades.

Mientras, en el baño, las ropas caían y de escuchaban murmullos y quejidos de ambos. Sam caminaba de un lado a otro tomándose la cabeza, hasta que fue hasta el baño y se detuvo en seco al escuchar claramente a Bucky gemir.

𝙋𝙧𝙤𝙗𝙡𝙚𝙢𝙨 » 𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙛𝙖𝙡𝙘𝙤𝙣 / 𝘽𝙖𝙧𝙤́𝙣𝙒𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora