Sentado en el escritorio, fue pasando los exámenes uno por uno, leyendo detenidamente las respuestas y calificandolas de memoria. Hacía escasos minutos que había sonado el timbre para el descanso, e Itachi no recordaba haberse sentido más aliviado desde su llegada al salón de clases que en ese preciso momento.
Era extraño. Desde el sábado, había despertado sintiéndose algo desorientado. Un ligero dolor de cabeza lo había acompañado durante toda la mañana del domingo y, por si fuera poco, ese día había estado observando demasiado a uno de sus alumnos.
Suspiró al tener la siguiente prueba entre sus manos, luego miró una vez más el asiento vacío. Tercera fila hasta el fondo.
Le había estado observando desde su llegada. Naruto Uzumaki era un estudiante que resaltaba del resto de la clase, aunque Itachi no se había detenido a meditarlo hasta ese momento.
El chico solía hablar mucho durante la clase, y en más de una ocasión le había pillado distraído o durmiéndose en plena explicación.
De expresiva mirada celeste y revoltosos cabellos rubios.
¿No le había visto incluso una vez afuera de la sala de profesores?
Pero por qué pensaba en todo eso hasta ahora. No tenía ninguna lógica.
Quizá estaba próximo a enfermarse. Eso debía ser.
Dio vuelta al examen, y no se sorprendió de encontrarlo en blanco. Aunque la situación, lejos de molestarle, le pareció curiosa.
Naruto era demasiado lindo, pero el estudio no era su fuerte.
Itachi se congeló ante el pensamiento.
¿Acababa de tachar de lindo a uno de sus estudiantes?
Sacudió enérgicamente la cabeza y trató de concentrarse para seguir calificando el resto de exámenes. Sin duda estaba enfermando, y de qué manera.
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Impartir la materia le resultó una labor casi imposible cuando, al virarse hacia la clase, su mirada se encontraba irremediablemente con la del Uzumaki.
Primero sus roces visuales hacia el chico eran accidentales, pero conforme transcurría la clase, Itachi se sorprendió a sí mismo buscándole con reprimidas ansias entre el grupo cada cierto tiempo.
No entendía su actual desenvolvimiento. Había visto a Naruto antes, le parecía un chico simpático e hiperactivo, pero era todo.
¿Por qué entonces no dejaba de verlo, de pensarlo, de buscarlo con la mirada con tanta insistencia?
Con el plumón suspendido a media pizarra, Itachi exhaló aliviado de oír la campana. Por fin la clase terminaba. Estaba libre, podía irse a su casa y descansar, tal vez hasta se hiciera ver por un médico.
-Naruto kun- nombró cuando el chico pasaba a su lado. -¿Podrías esperar unos minutos?
La mirada de extrañeza del chico rubio se le antojó increíblemente adorable. A pesar de ello, Itachi Uchiha luchó contra el impulso y le instó a sentarse frente a su escritorio cuando toda la clase estuvo fuera.
-Tu examen- empezó, tomando la hoja. Ciertamente necesitaba irse a descansar, pero ese asunto era demasiado serio para dejarlo estar sin más. -Solo respondiste un par de preguntas, y ninguna fue acertada.
La expresión de Naruto pasó del desconcierto a una decepción palpable. Increíblemente las emociones del chico se reflejaban demasiado transparentes. No fingía, y a Itachi le sorprendía gratamente pues ello ayudaba a leerle sin necesidad de indagaciones innecesarias. La faz de Naruto Uzumaki era como un libro abierto ante sus ojos.
-Estudiaré más la próxima vez, de verás.
Itachi asintió, conforme. Tomó su portafolios y extrajo una de las tantas guías de estudio en las que solía basar sus clases.
-Entre más pronto empieces, mejor- sonrió y para cuándo quiso darse cuenta, su mano ya se hallaba sobre la de Naruto.
Vio inmediatamente después como el chico se sonrojaba.
Se apartó de golpe y se maldijo en su fuero interno. Sin embargo Naruto no le reprochó por ello, sino que simplemente se limitó a agradecerle antes de abandonar el salón.
Itachi se quedó observando su propia mano, aún sintiendo aquel extraño cosquilleo impreso en su piel.
Se había sentido tan...¿Bien?
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Dando saltos ocasionales por el vestidor, Naruto terminó de subirse las medias blancas. Se puso los zapatos y se acomodó la peluca momentos antes de salir.
Por poco se le había hecho tarde otra vez. Para su buena suerte, Teuchi había salido de improviso a repartir un pedido grande a otro de los restaurantes aledaños.
Feliz al recordar lo sucedido, Naruto pensó que la suerte al fin comenzaba a sonreírle.
De qué otro modo podría explicarse el extraño cambio de su profesor para con él. Durante las clases había notado su mirada, aunque había fingido no hacerlo. Y luego aquella caricia sobre su mano, la guía de repaso que le había dado. Todo apuntaba a que Itachi por fin empezaba a notarlo.
La pócima había dado resultado, tal como la gitana le dijo.
No podía sentirse más contento.
-Haku- saludó a su amigo de paso y tomó una de las charolas. Cuando caminaba en dirección de las mesas, reparó en el joven que yacía sentado en una de las mesas de la entrada.
Al principio Naruto creyó estar viendo mal, pero al acercarse, pudo reconocerle mejor.
Cabello corto y negro, mirada afilada y sonrisa confiada.
¡Era el familiar de Itachi!
Tragó pesado al saberse profundamente observado por aquel joven de penetrante mirada.
Dudó, al cabo de unos minutos estático, en ir a atenderlo. No tenía nada de extraño que le gustara el ramen y decidiera volver ¿O sí? Pero por qué iba sólo está vez.
Vacilante, Naruto se acercó, esbozó una sonrisa tranquila y sacó la libreta.
-¿Qué le gustaría probar?
-A ti.
Naruto pestañeó y bajó la libreta al oír que el joven carraspeaba.
-¿Disculpe?
-¿Qué me recomiendas?
La pregunta le tomó desprevenido. Naruto se golpeó la barbilla con el lado opuesto de la pluma. Los clientes solían ordenar y ya, pero aquel joven quería tomar su opinión en cuenta.
-El ramen de carne de cerdo es lo mejor del menú.
Sin poder evitarlo, miró hacia el exterior, esperando (y casi deseando) porque su profesor se presentara. Pero tal cosa no ocurrió.
Notó entonces, en medio de su distracción, que el joven de cabello oscuro le sostenía la mirada, con más seriedad que antes.
-Comeré el ramen de cerdo entonces y, eh...se que sonara raro pero, mi nombre es Shisui ¿Te gustaría ir por un café cuando salgas de trabajar?
Sorprendido y boquiabierto, Naruto solo pudo mirarlo atónito.
¿Había escuchado bien?
¿El familiar de su profesor le estaba pidiendo una cita?
Mordiéndose los labios, Naruto fue a contestar, pero entonces recordó la pócima.
Al parecer, estaba en serios problemas.