XVII

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Decir que algo extraño ocurría con Naruto, sonaría poco razonable para cualquiera que le conociera. Llevando un estilo de vida tan agitado y poco propio de cualquier chico de su edad. Itachi, que ya estaba al tanto de su rutina diaria, empezó a tener molestas pero bien justificadas sospechas del comportamiento contradictorio del muchacho.

Todo había iniciado desde aquella visita a casa de sus padres. Lo sabía, de algún modo Itachi había intuido que nada bueno podría resultar de aquel primer encuentro.

Primeramente su madre había quedado encantada con su "novia". Su padre se había limitado a su parquedad para expresar un ligero alivio de que su hijo no fuera ningún "desviado", y esperaba que en un futuro no muy lejano, Itachi pudiera tener un heredero que se hiciera cargo de la empresa familiar y las finanzas de la misma.

Todo había resultado medianamente prometedor. Por la salvedad de que Naruto había empezado a cambiar su conducta desde entonces. Concretaba citas a las que de pronto no asistía. Cambiaba de último minuto los encuentros y lugares en los que debían verse. Incluso le había pedido a Itachi que dejara de frecuentarlo en el restaurante por cuestiones llanamente profesionales, ligadas a un jefe estricto que no toleraría la presencia de cualquier distracción hacia sus trabajadores.

Itachi se había mostrado accesible y paciente en todas esas cuestiones. Sin embargo, había más. Naruto llegaba a toda prisa a sus citas, a veces algo desaliñado y con semblante agotado. Era esto último lo que más preocupaba a Itachi. Sabía que Naruto se esforzaba demasiado por repasar los temas con él para salvar las materias de meses pasados, y asimismo tenía que continuar trabajando medio turno y dedicarle a él el tiempo sobrante para pasarlo a solas. No quería que Naruto se exigiera más de la cuenta, pero ¿Qué ocultaba?

¿Tendría alguna deuda pendiente por saldar de la que Itachi no estaba enterado?

¿Le había mentido en lo concerniente a la beca?

Ya se lo había preguntado anteriormente, pero las respuestas de Naruto seguían siendo las mismas.

"Está bien. De verás. Solo me gusta mi trabajo."

Pensativo, se llevó la taza de café humeante a los labios y dio un ligero sorbo mientras trataba en vano de enfocarse en los examenes de su escritorio.

Cuando volvió la vista hacia el frente, notó que todos los pupitres estaban siendo ocupados. Todos menos el de Naruto.

Itachi miró angustiado el reloj que pendía encima de la pizarra. El tiempo de tolerancia había finalizado desde hace diez minutos.

¿En dónde estaría Naruto?

Ansioso, revisó su celular.

Cero mensajes. Cero llamadas.

Nada.

**

Naruto aspiró pesadamente una bocanada de aire. Después se alisó los pliegues de la falda y se posicionó a espaldas del joven que ya aguardaba sentado en la banca del parque desde hacía varios minutos.

Rápidamente le cubrió los ojos con la palma de su mano y se agachó juguetonamente para murmurar contra su oído.

-Adivina ¿Quién soy?

El joven de aguda mirada y revueltos cabellos negros esbozó una radiante sonrisa antes de atrapar la mano de la rubia entre las suyas para después levantarse y atraerla de los hombros, inclinandose apenas lo suficiente para que la punta de sus narices se rozaran.

-Eres la mujer de mis sueños.

Aquella respuesta hizo que el desánimo se dibujara en las zorrunas facciones. Solo fue unos segundos, pero Shisui no comprendió el desatino de su comentario. Afirmar que estaba perdidamente enamorado de Naruko era ínfimo. La deseaba tanto que había roto y pisoteado el código entre hombres y camaradas, atreviendose a ir aún más lejos al verse envuelto en un amorío con nada menos que la novia oficial de su primo.

Beautiful Lies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora