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Dicen que el primer amor te marca para toda la vida. O al menos, nunca se olvida. Es posiblemente uno de los más difíciles de superar.

Suspirando en su pupitre ubicado en la tercera fila hasta el fondo del salón, Naruto le vio llegar puntual, como todos los días.

Los murmullos en derredor cesaron de inmediato cuando el recién llegado profesor dio los buenos días.

Dos simples palabras que bastaron para que todo el grupo se pusiera de pie en el acto para responder al saludo.

Las chicas no dejaban de adular en voz baja sobre lo guapo que era. Y Naruto no podía estar más de acuerdo con ellas, aunque no lo expresara verbalmente.

Dos semanas atrás, su anterior profesor Ebisu había sido dado de baja. Y su reemplazo actual había sido transferido como suplente permanente.

A Naruto no solían gustarle los cambios por la sencilla razón de que costaba mucho volver a adaptarse. Ebisu, que ya estaba al tanto de su hiperactividad, había acabado resignandose a sus bromas y demás trastadas. Pero ahora todo sería diferente.

-Hoy veremos un poco de historia. Más concretamente, la guerra de Boshin.

Embelesado, le vio escribir en el pizarrón. Una de las principales razones por las que aquel enamoramiento era totalmente descartable, era la diferencia de edad.

Él tenía escasos diesciseis años, mientras que el profesor contaba con veintisiete. Y aún así, era un joven tan galante y apuesto.

Alto y de complexión delgada, poseedor de unos rasgos tan refinados. De tez pálida, cabellera larga y oscura sujeta en una perfecta coleta baja. Quizá, el único desperfecto fueran aquellas ojeras tan pronunciadas. A grandes rasgos se notaba que dormía poco.

Pese a ello, Itachi Uchiha se había hecho notar entre la comunidad estudiantil desde su primer día como profesor suplente.

Admirado por las chicas, y repudiado por los varones. Naruto se sentía atrapado en medio de ambas opiniones.

La segunda razón que le impediría al profesor fijarse en él, era el hecho de que ambos eran hombres. A Naruto le gustaba mucho soñar despierto, pero tampoco dejaba de ser realista ante los hechos.

-Por favor abran su libro en la página ochenta y cinco.

Terminando de espabilar, Naruto se apoyó mejor sobre el pupitre. Lo que más le gustaba de sentarse allí era el saberse invisible a ojos de los maestros, pero cuánto se arrepentía de su desición ahora. Al menos podía ver a Itachi sin saberse notado, no del todo.

Qué tonto, ridículo e injusto era el amor. Llegaba cuando menos lo esperabas, en el lugar que menos te imaginabas y de la persona que jamás habrías pensado.

Estúpido Itachi Uchiha y su cautivadora mirada.

-Naruto kun.

Incrédulo, alzó la mirada hacia su interlocutor. Estaba tan distraído que no se dio cuenta en qué momento se había acercado hasta su pupitre. Y lo que era más alarmante, le había llamado.

-¿S-Si?- intentó mostrarse neutral y nada sorprendido, pero fracasó rotundamente. Los nervios afloraban en su piel como diminutos ataques de cosquillas. Y aquel aleteo en su estómago se intensificó cuando el joven de distinguido porte se inclinó un poco para mirarlo a los ojos.

Aquellos profundos ojos noche que lo hechizaban totalmente.

Lentamente cerró los ojos cuando sintió que el mayor lo tomaba de las mejillas para acercar poco a poco su rostro.

-¿Naruto Uzumaki?

Cuando el llamado se repitió por tercera ocasión, acompañado está vez de un fuerte codazo (cortesía de su amigo Kiba), Naruto se enderezó.

Notó, sumamente avergonzado, que toda la clase lo miraba, y especialmente el profesor que yacía de pie junto al escritorio, sosteniendo la lista de asistencia en sus manos.

-¡Presente, de verás!

Cuando la clase entera rompió a reír, Naruto se hundió en su lugar. Se había quedado otra vez atrapado en una de sus ensoñaciones.

Entonces Itachi Uchiha le sonrió, carismático y comprensivo.

No llamada de atención, no regaño, ni castigo.

Si. Lo reiteraba.

Estúpido Itachi Uchiha. Con aires pretenciosos, porte galante y varonilmente apuesto.

Ojalá hubiera alguna manera...de llegar a su corazón.

Beautiful Lies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora