Pensativo, volvió a mirar el número de su profesor, indeciso entre llamarle o esperar. Finalmente dejó el papel a un lado. Se sentía terriblemente nervioso cada vez que lo evocaba en pensamientos.
Tras revisar el contenido por segunda ocasión, se puso la mochila y salió de su casa.
**
Era la hora del descanso. Itachi había salido, sus amigos habían abandonado el salón poco después. Solo Naruto permaneció en su pupitre, inmóvil y, por primera vez en mucho tiempo, con poca disposición y animosidad para salir.
Le había sentado mal acceder a la petición de Shisui, pero era tarde para arrepentirse. Tendría que salir con él, y disfrazado además. Habían acordado el fin de semana reunirse en Ichiraku fuera de su horario de trabajo. Solo una cena, una charla y cada quien seguiría su camino. Ojalá Shisui no se diera cuenta de que en realidad no era chica. No había nada malo en decir la verdad, pero si lo había en que su profesor la descubriera.
Pasados unos minutos, su atención fue irremediablemente atraída hacia la puerta. Naruto había creído que uno de sus compañeros habría regresado, pero su aburrimiento se tornó en incertidumbre, y después en genuina sorpresa tras avistar a su profesor entrar con dos vasos desechables y un par de bentos.
Había algo en Itachi Uchiha que resultaba no solo seductor, sino demasiado atrayente. Era su delgada fisonomía, su semblante inteligente y su mirada profunda y enigmatica.
En silencio, lo vio dirigirse hacia su escritorio momentos antes de que Itachi levantara la mirada y con dulce indulgencia, le llamara.
Naruto se sintió enrojecer en verguenza ante la informal invitación a comer. Ciertamente no solía comer nada en la escuela. Por lo general esperaba hasta la tarde para tomar su ración gratis en el restaurante, y por las mañanas sus meriendas consistían en cereales con leche o alguna pasta instantanea con café.
Empero, lo que Itachi había llevado consigo era autentica y deliciosa comida casera.
Naruto no lo pensó más en acercarse. Supuso que se vería extraño si alguno de sus compañeros ingresaba, pero eso no parecía importarle a su profesor. Asi que, haciendo caso al hambre y el instinto, acercó un pupitre junto al escritorio y separó un poco los labios, sin saber cómo expresarse adecuadamente. Al final fue Itachi quien, con suma parsimonia y elegancia, tomó la palabra, adelantandose a la retahíla de excusas banas que Naruto pretendía darle.
-No pretendo hacer un intercambio ni aprovecharme de ninguna manera. Solamente pensé que olvidaste tu almuerzo...realmente no importa si no es el caso- le interrumpió al notar el mohín de contradicción en los labios del rubio.
Este se limitó a asentir, agradeció escuetamente y tomó una porción de arroz con verduras del bento. El sabor era delicioso, y los vegetales estaban en su punto, blandos y bien sazonados, sin duda un manjar.
Para sorpresa (Y cierta desilusión) la comida transcurrió en un apacible silencio. Itachi había cumplido a rajatabla lo dicho en lo referente a aquella muestra de amabilidad. No forzó conversación alguna, y apenas si intercambiaron alguna mirada curiosa en el contrario.
Terminada la comida, Naruto pudo darse tiempo para contemplar a su profesor.
-¿Duerme poco?- se animó a indagar, sin detenerse a meditar en la indiscresión que cometía con semejante cuestionamiento. Itachi pareció no advertir su sonrojo y en cambio le devolvió una cálida sonrisa, tan tibia y plagada de caballerosidad que, en cierto modo, desentonaba con aquella expresión sombría que Naruto le había visto cuando se encontraba a solas.
Itachi cubrió ambos bentos antes de responder.
-Padezco de insomnio desde hace unos meses- reconoció. -A veces, y me sucede recurrentemente durante las noches, me pongo a pensar mucho sobre el futuro, pienso...
-¿Crees en la suerte y esas cosas?- emocionado, Naruto recordó su visita con Tsunade.
En solemne silencio, Itachi Uchiha negó con la cabeza.
-No realmente. Creo en la causa y el efecto, pero no en supersticiones. Pienso que somos responsables directos de nuestras desiciones y acciones, y que estas mismas repercuten en nuestro entorno y las personas con las que nos desenvolvemos.
Naruto fue a responder, pero cambió de idea al oír el timbre que anunciaba el retorno del descanso.
-Si aún sigue en pie, quiero tomar las clases particulares- bajó la mirada avergonzado ante la sonrisa afable de Itachi Uchiha.
**Le esperaba sentado en una de las mesas cercanas a la cocina. Había tenido que pedirle a Ayame uno de sus vestidos que, en contraste con la peluca rubia, complementaban su atavio. Visto desde cualquier perspectiva, aquello era humillante. Y no necesariamente en el sentido de que estaba masacrando deliberadamente su hombría (Pues varios meses al servicio de ese restaurante, resultaba a todas luces normal), era la mentira implicita que debía arrastrar, el motivo de su justificada verguenza. Y es que para cubrir un acto insignificante como lo había sido vaciar accidentalmente una sustancia desconocida en la taza de un extraño, ahora tenía que seguir desenmarañando una mentira sobre otra.
Ni era una chica, ni le gustaba a Shisui. Pero siendo tal el caso, a Itachi tampoco.
Era el egoismo por tener el amor de quien Naruto quería, aquello que le impulsaba y le restaba culpa con quien en realidad debía padecerla.
Fuera a la inversa, y en su lugar esperara a Itachi, la culpa no sería ni la mitad de agonizante de lo que era entonces.
Cuando Shisui llegó, los halagos no se hicieron esperar. De nuevo aquel joven le hacía entrega de un ramillete con margaritas que Naruto hizo córtesmente a un lado.
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Beautiful Lies.
Fiksi PenggemarCuando el corazón le gana a la razón. ItaNaru/ShisuNaru.