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Agotado, Haku se apresuró a entregar el último pedido de las mesas del restaurante. Una vez más, Naruto había faltado al trabajo. Había resultado una labor titanica convencer a Teuchi para que desistiera en su nuevo intento de despido.

Haku había apelado a los estudios de su compañero como eficiente excusa, sin embargo Teuchi seguía algo reticente de dejarlo volver. Si Naruto seguía faltando, seguro buscaría un reemplazo.

Pensativo, Haku tomó una de las franelas para limpiar la primera mesa vacía, después se volvió discretamente para mirar al apuesto joven de traje que permanecía sentado en una de las mesas centrales. Llevaba, al igual que en días pasados, un ramillete de margaritas. Aquel joven de desaliñados cabellos oscuros esperaba a Naruko. Había empezado a frecuentar el restaurante dos veces al día y siempre preguntaba cuando se presentaría o si podía obtener algún dato de ella.

Por supuesto, Teuchi se había negado a proporcionarle cualquier información sobre sus subordinadas. A Haku le despertaba cierto pesar al verle tan solitario, e intuía que quizá fuera precisamente la presencia del misterioso joven, la razón principal de las repentinas ausencias de Uzumaki.

Naruto debía estarlo evitando. Últimamente no le contaba mucho sobre su vida. A pesar de llevar una estrecha relación de amistad, Naruto solía ser reservado con ciertas cuestiones personales. Platicaban sobre el colegio, o acerca de su pasado, pero rara vez se enfocaban en otra cosa.

Cuando Haku vio que el joven se ponía de pie para marcharse, fue hasta su mesa para limpiarla. Junto al ramillete y la propina, había una pequeña nota. Haku sintió extrema curiosidad, asi que lo desdobló. Dentro había escrito un número de telefono, junto a una sencilla enmienda a lápiz.

"Favor de entregar a Naruko"

Haku lo dobló cuidadosamente y lo introdujo en la bolsa delantera de su delantal. Al parecer Naruto había encontrado un pretendiente que no se rendía tan fácil.

**

Naruto suspiró al entrar a su departamento. Rápidamente dejó la mochila botada en el suelo y se apresuró a limpiar el tiradero que tenía. Desde potes de ramen vacíos hasta trastes apilados en el fregadero. Tenía que darse prisa y dejar lo más decente posible, ya que, en unas horas, Itachi le haría una visita.

Empezó a colgar su ropa limpia en el perchero del armario y, al hacerlo, se encontró con el uniforme de Ichiraku. Prontamente la melancolía se instaló en sus ojos azules mientras palpaba la falda con pliegues.

Tenía días sin presentarse. Sabía que el viejo Teuchi estaría más que molesto con él por dejarle botado el trabajo, pero ¿Qué otra opción tenía?

No quería seguirle dando largas al pariente de Itachi, ni mucho menos arriesgarse a que se descubriera su mentira, el engaño que había estado alrgando y enmascarando con verdades a medias hasta ese momento. A Naruto le gustaba su trabajo, y mucho, aunque sabía que si asistía esos días, era más que probable encontrarse con Shisui. Asi que había optado por el camino más fácil. Ausentarse unos días para dejarle en claro su desinteres por continuar con una relación...¿forzada?

Sacudió la cabeza y terminó de acomodar las mudas de ropa en ganchos para después cerrar el armario. Shisui nunca lo había obligado a nada. Había sido él quien aceptó que lo frecuentara. Y odiaba reconocer que, muy en el fondo, Shisui le atraía. Poseía un encanto y madurez solo equiparables a los de Itachi.

La culpa nuevamente lo amedrentó. Ya sin animos de seguir limpiando, fue hasta el sofá de la sala y se recostó en el respaldo. Apenas lo hizo cuando un mensaje vibró en su bolsillo.

Era Itachi.

Naruto sonrió apenas, tratando de alejar de su mente todo el enredo que lo envolvía con dos personas diferentes en actitud, pero similares en cuanto al fisico y el parentesco que les unía.

Beautiful Lies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora