We Got The Power

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En la mañana, en un apartamento al sur de Londres era donde Murdoc Niccals se había acomodado para esperar a la noche. De alguna manera, desde todos los sucesos de Plastic Beach, Russel pudo entrar en contacto con Noodle, quien había estado luchando con demonios que ella misma había liberado.

«Curioso» Dijo en medio de la sala al recordar la manera en la que le había narrado la historia Russel después de hablar con ella por teléfono.

Era evidente que ella no quería saber de él, ni como estaba, ni si donde había estado ni si seguía vivo. Nada.

Incluso cuando hablo con Russel, en línea, no escuchó ni un "Murdoc"

Nada.


De Stuart sabía que al menos seguía vivo, y que se reuniría con ellos más tarde. Nunca hubo ninguna llamada con él, y cuando la charla entre el afroamericano y la japonesa estaba en su límite tampoco escuchó su nombre.


¿Estaba pintado o qué?

Pero aún si intentaba hacerse a la idea de que Noodle estaba molesta, que a lo mejor Russel solo estaba soportándolo y de que vería pronto a Stuart; se sentía tan jodido.

Era como, según él le decía, la culpa del asesino que después de matar a su víctima con goce y adrenalina al final, al terrible final supiera que tal vez eso era todo lo que era. Un estúpido cadáver.

No supo cómo, pero para cuando despejó su cabeza fue cuando se encontró a la entrada del bar, de uno que hace muchos años solían visitar - sin Noodle claro está - para celebrar estupideces.

Una de ellas fue cuando la nipona había dominado de forma imponente el inglés.

Recordando aquello fue que se encontró con Noodle abrazando al peso pesado del grupo, quien a pesar de estar casi frente a frente no podía evitar querer gritarle que él también estaba ahí, que Hobs no fue el único que se preocupó por ella.

Que él también la quería.

—¿No vas a entrar?

Pero al escuchar una voz desaliñada detrás suyo hizo que se olvidara de que estaba afuera de un bar.

No tuvo ni las agallas para voltear, con mirar el reflejo en el cristal del local pudo ver como una cabellera azul brillaba con rudeza al paso de los faros de los coches.

—Stu...

Pudo sentir una sonrisa, y poco después sus brazos acompañando la escena que se presentaba en el local.

—Ya es una mujercita, y nosotros unos viejos idiotas ¿No lo crees?

No hubo respuestas.

—Yo... Todo este rato estuve en una isla. ¡Ja! La ballena tenía un karma bastante pesado —Contó apoyando su cabeza en la contraria.—Te traje algo, es un brazalete, aprendí a hacerlos, por ahí en México

Entonces el peliazul tomo la mano oliva, aún en contacto saco de unos de los bolsillos de un pantalón un brazalete negro, con pequeñas piedras turquesas que hacían más resaltantes al contraste con su muñeca.

—Se que debes pensar que te odio, ¿y sabes? A lo mejor un poquito —Termino de atar el nudo de la pulsera y confeso:— Pero siempre voy a quererte Murdoc, hagas lo que hagas y pase lo que pase, siempre lo haré

Después de un "¡Listo!" tomó su cara entre sus manos y le dió un leve beso en la mejilla para tomarle del brazo y caminar dentro del sitio.

No se había dado cuenta hasta que se sentó en la mesa y lo vio mejor. Vestía de forma bastante distinta a como antes, pantalones blancos ajustados y un chaleco anaranjado algo opaco, rozaba sus zapatillas con sus botas para llamar su atención cada vez que miraba a la ventana, sorprendiendolo en sus miradas secretas a su reflejo.

Los más jóvenes del grupo se divertían con cosas tontísimas como «¿Qué tal si te maquillo como hace años?» mientras 2D, muriéndose de risa recordando aquello le decía «¡Quiero luces y sombras!»

Y no puso mucha atención hasta que sintió una mano apretando su hombro.

—Es bueno verte, viejo

Fue ahí que se sintió mejor y se animó a tomar algo junto a los otros tres.

All My Life - 2docDonde viven las historias. Descúbrelo ahora