Last Living Souls

286 34 0
                                    

A Murdoc no le importó nunca su vida. Está de más decir que lo único que le importaba era impresionar chicas con su auto o formar una banda para ser rico y poderoso.

Cosa que había intentado pero la bola de incompetentes con la que la fundó no daba el talle.

Lo único que sabía hacer era emborracharse y hacer trucos en estacionamientos para cogerse a alguna tipa.

Pero algo lo hizo cambiar de camino.

Cuándo Murdoc intentó robar un emporio de instrumentos musicales, su vida dió todo un vuelco.

Stuart Harold Pot había llegado a su vida de una forma poco común. Y de alguna forma, acepto cuidar al chico por lo que seria un tiempo.

No toda la vida.

Pero dejando eso de lado, decidió darse  a la tarea de investigar mas sobre el chico que ahora estaba a su cuidado.

Luego de 2 meses de "búsqueda" dió con la madre de Stu-pot (Como le gustaba decirle) y su padre, el cuál, era un mecánico importante  de una feria de la localidad.

Murdoc no sabía que hacer o como aparecerse por ahí. Y más siendo el causante de que su hijo estuviera con el cráneo roto, en coma y con sangre en uno de sus ojos.

—¡Vamos, no sera la gran cosa!

Murdoc traía a Stuart en la parte trasera de su auto. Cómo siempre.

La tarde se le había ido como agua entre los dedos pues no tenía ni idea de como presentarse en aquella casa, es más; hasta le pareció estúpida la idea de ir a averigüar sobre la vida del chico que casi mata.

—Vamos Stu, ¡Sera divertido! Verás a tu madre y hasta comerás golosinas.

Sarcástico Faust cargo a Stu en su espalda y se dirigió a la puerta. Con un poco de temor toco el timbre y un «¡Ya voy!» se escuchó hasta el portón, de lo que parece ser una mujer.

La puerta se abrió y ahí estaba. Era una señora de unos 40 años con algunas canas, aunque no se veía vieja, y un poco mas alta que Murdoc.

—Pasa.

Murdoc con un poco de sorpresa puso un pie dentro de esa casa, con el menor en la espalda. Con algo de dificultad sentó a Stuart en uno de los sofas de la sala con él a su lado.

Después de un silencio tortuoso, Murdoc se atrevió a dar el primer paso.

—¿No esta usted molesta? preguntó casi indignado del trato que se le estaba dándo.

—No.— Dijo simplona.— Ya sabía que le había pasado algo. Siempre le ocurren cosas.

La madre de Harold se veía tranquila e incluso veía a su hijo con nostalgia.

A Murdoc le pareció que estaba mal de la cabeza.

Normalmente las víctimas de sus daños suelen responderle con malos augurios o incluso golpes.

—Stuart es un chico muy dulce. Tal vez sea por el golpe de su cabeza.

—¿Golpe?

—Sí, cuando era niño escaló un árbol y paso lo inevitable. Su pelo se cayo y creció azul; Pero sabe tocar varios instrumentos y canta.

«¡Con qué cantas!» Pensó mirandolo de reojo.

Hablo con ella una hora y media sobre cosas de la vida de Stuart, y el le platico como lo había atropellado. Siempre diciendo pequeños «Lo siento»

Pero las palabras de aquella mujer jamás se le iban a olvidar.

—Un lo siento nunca va a minimizar algún daño. Basta con superarlo.

Murdoc se fue como llegó. Con Stuart en el asiento trasero de su viejo auto.

All My Life - 2docDonde viven las historias. Descúbrelo ahora