Amarillo

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La gira había terminado, al igual que la balacera que inundó de un sonido atemorizante cada rincón de la playa plástica. Y, sorpresivamente Noodle y Russel habían regresado.

Pero no había cruzado palabra con ninguno de los dos.

La única forma en la que se enteró fue porque Cyborg Noodle había desaparecido y Murdoc fue a su habitación a contarle toda la historia después de haber tenido sexo con el.

De alguna manera, desde la primera vez que probaron el tacto se habían vuelto adictos al cuerpo ajeno, aún si su relación era distante y fría.

—Mañana haré una radio pirata. ¿Quieres aparecer?

Murdoc, como de costumbre se quedaba un rato junto con él y le hablaba de temas aleatorios. Aprovechaba para acariciar su cabello y pasar sus dedos por su piel tersa y blanca.

—Si, claro.

Las interacciones se hacían cada vez menos apacibles si no había sexo de por medio. De hecho, la única manera en la que podían acercarse de formas no violentas era aquella, uniendo sus cuerpos en uno solo.

Era como un ritual. Al parecer, el único que aún respetaba el satanista entre ambos.

Siempre que intentaban hacer contacto fuera de lo sexual terminaban fracasando de ambos lados, y por ende, acababan en peleas estupidas de las cuales no salían hasta que había intimidad. Al peliazul no le molestaba tanto en ocasiones, le ponía los pelos de punta el sentir las manos del otro pasar por todo su cuerpo, y a él también le gustaba recorrer el suyo. Sintiendo la fuerza de uno y la fragilidad del otro.

Era, en resumidas cuentas, como entrar a otro mundo.


Pero el tiempo pasaba rápido, y el lo sabía. Aprovechaba cada que llegaban a encontrarse en aquellas circunstancias para sacarle algo, algo que guardaba en lo más profundo de sí Murdoc; como su preocupación ciega cada vez que entraba en él, o que disfrutará tanto como el lo hacía, también los susurros que evolucionaron de un «Te quiero» a un frágil «Te amo»

Era tanta la metamorfosis que pasaba por sus comportamientos que después de que el satanista saliera de su cuarto de cristal, se despedía. Como si cambiara de Murdoc cada vez que entraba o salía.

Era lo mismo cuando salía de entre las sábanas, después de terminar de limpiarse a ponerse los pantalones y atar sus botas. Daba una pequeña mirada antes de retirarse, no sin antes darle un pequeño beso en la mejilla a Stuart y decir "adiós" para después cerrar la puerta.

Pot en ocasiones pensaba que lo hacía para no hacerle sentir que lo usaba para satisfacer su apetito sexual, y, en ratos, le gustaba ilusionarse con que esa era la única manera en la que demostraba que lo quería más allá de su cuerpo.

Que a lo mejor no lo entendía y es era la razón por la que chocaban tanto.


Pero daba igual, lo sabía, tenía que olvidar cada encuentro, caricia o mirada al subir a ver al único colaborador que seguía en la isla. Bobby.

La razón por la que se quedó ahí era confusa, primero dijo que era por si la gira continuaba y luego que si tal vez EMI no lograba recuperarse quería tomarse unas vacaciones gratis en la isla. Pero ahora parecía estar más activo en un apatatejo que logro comprarse con la paga que recibió de Murdoc, algunos más de Damon que se robaba el escenario y algo de su billetera.

Una iPad.

Recién estaban aprendiendo a usarla. Con Murdoc ocupado en la torre del faro en su radio pirata la isla era totalmente suya. Aunque esperaba volver a ver a sus otros amigos.

¿Cuánto habrá crecido Noodle?

¿Le habrán salido arrugas a Russel por el estrés?


Quería volver con la banda real, pero no le haría el feo a algo de soledad.

Ya habrá años para pasar con los demás.

All My Life - 2docDonde viven las historias. Descúbrelo ahora