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Capítulo Cinco: La Preparación del Zafiro
Luego de que Wilssen le tomará las medidas, Cattilea fue obligada a cerrar sus ojos y a relajarse por orden de Vanea. A su alrededor, su equipo de preparación no dejaba de moverse para arreglarla. Karenna fue elegida por el pelinegro para que la maquillara en lo que Bertus arreglaba su cabello. Vanea ayudaba a su estilista con la vestimenta que usaría la niña. Incluso, ambos discutían sobre qué zapatos quedarían mejor.
- ¡Serás la envidia de todos cuando acabemos! – exclamó Karenna con voz fina, Cattilea frunció el ceño debido al tono tan agudo. Realmente estaba lejos de su hogar, los capitolinos no dejaban de lado el tono chillón y la felicidad en ningún momento. La mujer de cabello naranja la retó - ¡Sin hacer gestos! ¡Arruinarás la mascarilla, niña!
- Lo siento – respondió ella con pesar. Su trasero dolía de estar sentada en la silla giratoria por tanto tiempo. ¿Cuántas horas habrían pasado desde que llegó al Capitolio? Más de cinco, aseguraba ella.
El tiempo pasaba y Karenna no paraba de pasar productos en su rostro. Desde máscaras para sacar imperfecciones a mascarillas hidratantes, cremas y miles de brebajes de aromas agradables. Luego, siguió el maquillaje que, gracias a los anteriores tratamientos, se volvió un proceso rápido y sin inconvenientes. Cuando acabó, oyó como la mujer soltó un chillido de felicidad y le permitió abrir los ojos. Lista para oír la opinión de su tributo junto a Bertus. Frente a ella había un enorme espejo, por lo que lo primero que vio al abrir sus orbes fue su reflejo.
