Capítulo Diecinueve

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"- Vete 

 ocúltate...

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Capítulo Diecinueve: Baño de Sangre

 La Cornucopia tenía sus suministros esparcidos por varios lados de la pradera, incluso había algunas mochilas cerca del río que rodeaba a los tributos. Eso le llamo la atención a Cattia. ¿Por qué dejarían mochilas cercanas a los tributos? Los organizadores no eran así de generosos. Sin embargo, lo dejo pasar al oír la cuenta regresiva y se puso en posición. Su pierna derecha delante de la izquierda en su pedestal, si salía de éste podía explotar gracias a las bombas ocultas.

 Con manos temblorosas corrió su flequillo de sus ojos y corrió sus trenzas para que quedarán en su espalda. Mientras el contador iba en nueve, enfocó su mirada en los pedestales y al fin encontró al resto de su Alianza. Ares estaba a cuatro pedestales de Kairo, entre la femenina del once y el masculino del diez, Lemy estaba a cinco pedestales a la izquierda de Cattia, entre el tributo femenino del cinco y el masculino del nueve.

 Volvió la mirada al frente al oír que el contador iba en tres. Aspiró e exhaló, debía calmarse y así todos sus sentidos estarían activados para lo que se aproximaba. Rápidamente, sus ojos comenzaron a moverse entre las armas que estaban más cercanas, las que se encontraban en el medio de la pradera. Encontrando al instante un arco y flecha, que estaba segura, tomaría Kai. Un poco más alejado había un conjunto de cuchillos junto a una mochila, sonrió, serían suyos.

 Sin embargo, sabía que debía de encontrar las hachas. Las necesitaba para dejar a Blink sin nada, era importantísimo dejarlo sin poder protegerse. Más ahora que sabía que usaría la Arena a su favor al ser igual que los bosques del Distrito 7.

- 3...2... - sus ojos encontraron un machete a tan solo pasos de la entrada de la cornucopia y una hoz, sonrió – 1.

 Un ultimo gong sonó y todos los sonidos dejaron de ser importantes. Cattilea no supo cómo, pero una descarga de adrenalina la domó y provocó que se moviera sin pensarlo. Con cuidado y fijándose con atención el agua, piso las piedras para cruzar el rio. Eran cuatro y enormes, por lo que podías pasar con facilidad, la complicación eran los mutos que saltaban para atacar. Lo notó cuando al tributo del 3, que estaba a su lado, se cayó tras ser mordido por un cocodrilo pequeño pero con ojos rojos y enormes colmillos.

La Princesa ZafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora