Capítulo Siete

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-"¿Cómo un niño?

- En efecto"

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Capítulo Siete: Niño Real//Pavo Real

 Una sonrisa completa y seductora se abrió paso por el rostro del joven. Sus ojos verdosos estaban fijos en los de la tributo, como si quisiera ver más allá de ellos, intentando descubrir que había dentro de ellos y el por qué no eran fríos y calculadores como lo eran siempre los ojos de los profesionales.

 De una forma que el joven de quince no entendía, la tributo del Distrito 1 le llamaba la atención. Era guapa, sí. Tenía un cuerpo espectacular, sí. Pero esas solo eran excusas, le atraía el misterio que portaba la jovencita, la humanidad que habitaban en ese cuerpo tan pequeño lo atraían.

 Mientras tanto, Cattilea lo media con la mirada. Poseía cabello rubio pero no como el de Kai, éste era dorado y resaltaba en el chico gracias a la piel bronceada por el sol. El aroma a sal de mar le daba a la niña la sospecha de que el desconocido era del Distrito 4, donde las playas y mariscos habitaban por doquier. La sonrisa del rubio la desencajaba por completo, era perfecta y muy seductora. Cattilea estaba segura que con esa sonrisa podría obtener lo que se le antojara.

 La pelinegra lo conocía, pero no sabía de dónde. Estaba segura de que no era un tributo por el traje ajustado que llevaba puesto, por lo que debía ser un vencedor, un mentor del Distrito 4, de su competencia. La otra parte del equipo profesional. Sus ojos azules no se despegaron del chico.

- Tienes fuerza, linda. No me imagino como sería estar en está posición en otras perspectivas y posiciones – su voz seductora le daban a esas palabras una connotación sexual que a Cattilea le provocó un sonrojo. El rubio sonrió triunfante por dentro. El chico iba a agregar algo más, pero una sombra y un grito lo interrumpió.

- ¡Cattilea, por dios! – exclamó Busha a la par en que unas manos tomaban el brazo de ella y la empujaban para quedará detrás de un cuerpo. La sombra era Kairo, quién había hecho su aparición, quedando frente a frente al desconocido. El joven de dieciséis tenía la mandíbula tensa y la mirada enfurecida, a diferencia del otro rubio que lo observaba con burla. Cashmere y los dos estilistas se acercaron a los dos tributos y al vencedor.

- No te le vuelvas a acercar si no quieres que te corte las manos – gruño Kairo con violencia muy cerca del rostro del vencedor. Cashmere notó como los demás tributos prestaban demasiado atención a la escena al igual que los Agentes de la Paz, por lo que debía separarlos si no quería que les diesen una reprimenda para nada pacífica.

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