- "Somos los monstruos que vienen a sacarles los sueños y esperanzas..."
-"¿No todos matamos por lo mismo...?"
-"Amí me criaron para temerte..."
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Capítulo Diecisiete: Luego del perdón viene la amistad
El viento que corría en la azotea provocaba que el cabello negro de Cattilea se moviera y cubriera su rostro. Sin embargo, a ella parecía no importarle, porque continuaba con la mirada en la ciudad que estaba frente a ella, con una leve sonrisa en su rostro.
Finnick se encontraba a su lado, luego de haber sido cuestionado por la chica, tomó asiento junto a ella con rapidez y sin chistar. Sus ojos no dejaban de observarla, sus dedos picaban por querer quitarle los mechones de cabello de su rostro. Si bien no le perturbaban, el rubio quería tener una excusa para tener contacto con ella.
- ¿Vas a decir algo o solo te quedarás mirándome? – soltó Cattilea luego de un tiempo, sorprendiéndolo. Finnick mordió sus labios a la par en que ella volteaba a verlo con curiosidad – Porque si solo has venido a eso, quiero decirte que me iré.
La pelinegra solo tenía su pijama que era una camiseta larga y pantalones de igual color junto a unas pantuflas. No tenía sudadera y la única que había, la tenía Kairo. El frío del viento era soportable unos momentos, pero desde hace unos treinta minutos estaba en la azotea, por lo que el frío comenzaba a tener importancia.
Finnick suspiró y la miro. Los corazones de ambos latieron con más fuerza cuando chocaron miradas, verde contra azul. Cattilea notó la diferencia del color de ojos del chico, ella pensaba que eran verdes idénticos a los de su mejor amigo. Pero en ese instante, notó la diferencia.
