¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━━━❪❂❫━━━━━━━━
Capítulo Nueve: Pesadillas
Luego de haber visto a los tributos, los dos jóvenes del Distrito Uno fueron enviados a sus habitaciones. Cayendo al instante en los brazos de Morfeo al instante en que sus cuerpos tocaron las suaves camas del Capitolio. Tan dormidos estaban que nunca se enteraron de que su mentora entró a su cuarto para arroparlos y rezar por ellos, porque si bien aparentaba que no los quería, Cashmere estaba preocupada por ambos y lamentaba cada día que pasaba con ellos, tener que elegir a uno para patrocinar y ayudar en la Arena una vez terminada la Alianza Profesional.
Al día siguiente, Cattilea despertó gracias a unos toques en su puerta seguidos a gritos de parte de Leyno diciéndole que se apresurará que debía de desayunar y prepararse. ¿Para qué?, se preguntó unos instantes la jovencita. Pero al voltear sobre la mullida cama, quedando con su espalda contra el colchón, lo recordó. No estaba en su dulce hogar, ni en su Distrito, estaba a unos pasos de morir o de salir triunfadora.
Como si un botón hubiese sido presionado en su mente, comenzó a recordar todo lo que podía perder si moría, ocasionando que las lágrimas cayeran de sus ojos. No solo perdería la vida, sino que dejaría destruida a su familia. Sus padres no soportarían perder otra hija, otra oportunidad a la gloria. Sus hermanos no se perdonarían, terminarían destruidos, jurarían vengarla. Cattilea aseguraba que, si ella moría, Lonner iniciaría una revolución con tal de vengarla a ella y a su hermana. Kenneck no podría salir de la depresión y el poco cariño que aún tenía sobre sus padres se habría evaporado, generando odio hacia sus progenitores por todo lo que había ocurrido.
