Un rechazo amoroso dolía ¿No?
En especial cuando el rechazo es el de tu primer amor y mejor amigo de toda la vida, pero ¿Es correcto una venganza?
En realidad ¿Es correcto invocar entidades para la venganza? ¿Es justo regalar un alma que no te pert...
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El último aposento estába inundado en desesperación, los bellos seres con alas se encontraban en una crisis de locura mientras observaban a la pequeña chica de cabello lila lanzando libros por todo el paraíso; nadie sabía que hacer, el miedo los estaba controlando y las ganas de volverse almas sin rumbo sonaba como la mejor solución.
Kimura Justice, el dueño del paraíso, el creador de la humanidad, el dios que tanto apoyaba la iglesia había sido convocado a una junta de urgencia en el Vaticano; no había dicho ningún comentario pero su pequeña y única asistente había encontrado el lindo pergamino con el sello que conocía bien.
La última profecía que todos temían estaba empezando, en esos momentos quería gritar, llorar y maldecir a todo pulmón; sabía que el hijo de Takeshi Akabane iba a traer problemas desde el momento que no se presentó el día en que lo declararon el dueño del Infierno.
El pergamino no decía mucha información, simplemente decía lo necesario y eso le molestaba en demasía; todo el esfuerzo que hizo para que Kimura pudiera gobernar por siglos agusto se estaban llendo a la basura porque el maldito diablo decidió conseguirse un amante.
Paso de reojo su mirada por todos los ángeles, todos estaban leyendo algún libro para obtener nueva información y poder ayudar al dueño del paraíso; pero por sus caras podía deducir que no había nada que pudieran hacer.
Con pensamientos negativos y puños apretados, decidió dejar a los ayudantes de Kimura buscando una solución; necesitaba respuestas de lo que realmente iba a pasar y la única persona que podía dárselas se encontraba escondido en lo más hondo del paraíso, no quería admitirlo pero debía verlo después de 13 largos y calmados años.
Sus pequeños pasos se convirtieron en grandes y apresurados saltos, nadie iba a la cascada que estaba en una de las grandes montañas que rodeaban el cielo; por ello en la pequeña cueva que se encontraba justo en el centro estaba su más preciado y oscuro secreto.
En esos momentos el tiempo era lo que importaba y por ello cuando estuvo en el río que conectaba a la gran caída de agua decidió utilizar las alas que le fueron entregadas hace siglos; el camino era fácil y serenó por lo cual no tardó en estar dentro de su objetivo.
Acercándose al único objeto que estaba ahí, soltó un suspiro mientras ponía un sello de protección en la parte trasera del gran espejo; el habitante de ahí no la había visto hace 13 años y estaba segura que no iba a actuar de la mejor manera.
Aún con dudas decidió poner otro de los sellos oculto en la palma de su mano, aquel ser era demasiado fuerte cuando lo sello y no iba a poner en riesgo su hogar ni su persona.
"- Hey Takeshi .- Dijo parándose frente al espejo -. Necesitamos hablar, podemos llegar a un trato pero por favor es urgente.
- ¡Vamos Takashi! ¡Por favor! ¡Es de vida o muerte! .- Gritó al ver que aquel demoníaco ser no se dignaba a aparecer -. ¡Kimura está en problemas! ¡Koro está en problemas!
