14

658 95 33
                                    

Cuando ambas chicas entraron a la oficina de aquella gitana sintieron el fuerte olor de los inciensos que estaban en cada esquina de la mesa y en algunos rincones del lugar, creando un ambiente de frutos silvestres.

En la sala se podía apreciar una mesa baja con varias cartas encima formando un abanico dispuesto a leerse, al frente y detrás del mueble había cojines para que se sentaran cual asiáticas en sus rodillas. La iluminación era tenue, creaba un ambiente de misterio que era muy bien percibido por los clientes, por supuesto que las cortinas estaban completamente estiradas para tapar las ventanas y los rayos de sol que se inmiscuían atravesando el vidrio.

─ Pueden acomodarse en estos cojines. ─indicó la gitana el suelo sentándose al mismo tiempo que ellas─. ¿Está molesta de estar aquí señorita Kim? Su ceño fruncido la delata.

─ No me tome a mal, pero no soy creyente de este tipo de cosas, mucho menos cuando los gitanos o brujos me frenan en la calle para leerme la suerte.

─ Hay muchos impostores, pero créame, hay gente que tiene el don para ello. ─Ella no perdía la sonrisa educada en sus labios, quería mantenerse lo más serena posible─. Como pueden ver, aquí tengo cartas del tarot, pero antes de hacerlas escoger, quiero saber qué tipo de relación hay entre ambas.

Rosé apoyó la mano en el antebrazo derecho de Jennie, no quería que se pusiera agresiva o molesta por el comentario.

─ Ninguna, con la señorita Kim sólo existe una relación de ayuda, una situación que espero corregir cuanto antes.

La gitana asintió curiosa, ellas no tenían idea de la capacidad que tenía para percibir ciertas cosas.

─ Bueno, señorita Kim, necesito que elija cualquier carta con su mano derecha y luego la voltee frente a mí sobre esta mesa. ─Jennie levantó su mano y tras 5 segundos eligió una. Cuando le dio vuelta y la dejó sobre la mesa, la gitana apretó sus labios, observó la carta, luego a Jennie, después a Rosé y de nuevo a la carta─. Señorita Cavendish necesito que haga lo mismo, pero con su mano izquierda. ─La rubia, que hasta ese momento se mantuvo callada y expectante, sostuvo sin dudarlo una carta haciendo lo mismo. La gitana cerró los ojos como si hubiera descubierto algo─. Ahora necesito que ambas saquen una carta, cada una y la dejen al lado de la carta que eligieron previamente.

Jennie miró de reojo a la psicópata, ésta lucía ansiosa y no podía entenderla. ¿Qué era lo que le preocupaba?¿Realmente creía en que las palabras del destino podían estar en manos de una mujer gitana? Ella era más práctica, más concreta, una persona que se basaba en evidencias y no supuestos que no tuvieran pruebas.

Juntas, pero cada una por su lado, voltearon las cartas y fue en ese momento que la gitana confirmaba lo que estuvo a punto de decir cuando las vio entrar. Casi se levantó para tocar el rostro de la rubia y comprobar si todo era real, pero se mantuvo tranquila en su lugar y luego, por supuesto, se dispuso a hablar.

─ Señorita Cavendish, señorita Kim, ¿no les parece algo curioso? ─Ambas se quedaron calladas, Kim se abstenía de hacer comentarios desagradables sobre lo absurdo de la situación─. Bueno, ambas escogieron esta carta, usted señorita Kim sacó una carta donde se aprecia a un hombre que trata de tocar a su otro igual a través de este muro, usted señorita Cavendish una mujer que trata de tocar a su otro yo a través de un muro. ─La gitana se mordía los labios porque tenía que elegir bien las palabras, no quería arruinar lo que había descubierto─. Esto nos revela que de cierta forma existe otra versión de nosotros.

Rosé miró a Jennie con angustia, por supuesto que ella sabía que la castaña era la reencarnación de la campesina, pero no sabía que la gitana la observaba con pena. Era evidente, la mujer sabía que Rosé tenía conocimiento de otras cosas más profundas.

Between love & timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora