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"¿Cómo no se ha cambiado de casa después de todo lo que pasó?" pensó Lisa después de darse cuenta de quién era la muchacha que estaba sentada en el césped. Tenía tantas cosas en la cabeza que no era capaz de dirigir los pensamientos hacia una sola dirección. Bajó la vista a sus zapatos porque involuntariamente su cuerpo también había respondido a la imagen de alguien que evitó por años, movía los pies como si pisara un chicle. La garganta le dolía y las manos le sudaban, pero huir, huir como lo había hecho a los 14 años, no era una opción en este momento. "Eres adulta, Lisa" se dijo antes de levantar la vista hacia ella y caminar unos cuantos pasos, pero mientras más lo hacía, más aterrada se le veía a la rubia. Temblaba como la gelatina cuando se golpea la cuchara que la sostiene, sólo que el contexto de la situación era mucho más que delicado.

─ Para mí esta situación no es fácil Rosé. ─Decir su nombre hacía que le doliera el pecho, traía consigo muchos desagradables recuerdos─. Estaría bien si dejas de temblar.

─ Ha pasado tanto tiempo... yo... yo no quería que...

─ ¿Quién desea que un hombre abuse de su cuerpo? ─Apretó la mandíbula─. Nadie, ¿cierto? Entonces no digas que "no querías" porque es obvio. ─mascullaba Lisa para que nadie más oyera la conversación─. Ninguna de nosotras quería que eso pasara, pero claro, la que se quedó con la mala imagen fui yo, yo la asesina.

Rosé escondió su rostro entre las rodillas y comenzó a respirar agitada, las puntas de sus dedos tomaban un color blanquecino por la falta de circulación tras apretarlos tanto. Cada maldito recuerdo quería abrirse paso en su cabeza para hacerle daño, para decirle "eres sucia" o algo similar. Sintió las lágrimas quemando su piel cuando descendían por las mejillas, quería pedir ayuda, gritar con toda la fuerza que su cuerpo diera abasto y que tras la puerta de la entrada aparecieran sus padres y hermanas para socorrerla.

Más, cuando sintió que algo había cambiado en el aire, levantó el rostro y vio una imagen que no hubiese esperado en este momento, no en esta situación, ni de ella. Lisa estaba sentada en el césped, en la misma posición que Rosé, sólo que sus ojos marrones estaban perdidos en la casa que le había pertenecido hace tantos años y donde fue testigo de tantos delitos que su padre había cometido.

─ Es horrible como aún puedo escuchar las pisadas que daba cuando estaba enojado y borracho, como constantemente me decía que cuidara mis espaldas. Los gritos que dabas y que yo no podía hacer nada. Pero, ¿por qué tuve que ser yo la que se quedara con la acusación de ser una asesina?

─ Dime, ¿cómo podía decir que era yo, si estuve detenida mientras se realizaba la investigación? La gente iba a comentar de todas formas, mis padres lo único que hicieron fue proteger mi identidad. Además te fuiste lejos, dejaste todo y arrancaste. ¿Cómo librarte de toda acusación si no estabas para ello? ¡No estuviste en mis zapatos!

─ ¡Porque tenía que hacerlo! Cogí la primera ayuda que me dieron, a diferencia tuya, yo sí salí de este lugar bien lejos.

─ Yo estuve mucho tiempo lejos de mi familia. ─susurró Rosé bajo las lágrimas─. Estuve lejos por la ley y por la rehabilitación. ─Se quedó mirándola unos segundos, los rayos de sol que llegaban al rostro de Lisa le daban un toque extrañamente familiar. Park pestañeó un par de veces antes de bajar la vista, de nuevo─. No entiendo por qué y para qué estamos discutiendo.

"Porque nunca terminamos de hablar en el pasado" pensó con angustia Lisa, antes de caminar y dirigirse a la casa que se encontraba al lado, una casa tan fría y llena de los recuerdos más sucios que había en la cabeza de ambas. En el jardín había un letrero que decía "en venta" desde hace ya varios años, cuando los interesados se acercaban a la corredora de propiedades se sorprendían de que estuviese en tan bajo precio pese a ser hermosa. La razón era una y aunque trataban de disfrazarla con mentiras, siempre los futuros inquilinos se enteraban de lo que sucedió allí. ¿Quién iba a comprar una casa así? "Deberían destruirte" pensó apoyando la frente en la puerta, era como si aún pudiese escuchar los gritos tras ella, porque Rosé no había sido la primera víctima de su padre, esos años había deseado acusarlo, las amenazas de ser abusada eran constantes, tras la muerte de su madre la personalidad animal de su padre se había desatado.

Between love & timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora