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El teléfono se resbaló de sus manos como si de líquido se tratara, porque fue incapaz de sujetarlo más tiempo, incapaz de observarlo, incapaz de todo lo demás. El celular quedó con la pantalla hacia abajo, ocultando la imagen que la dejó en un estado de completo shock, esto tenía que ser una jodida coincidencia, ¿cierto? No era real, había sido dibujado por el asiático, no por alguien 300 años atrás. ¡Eso era!

Cansada de que le vieran la cara de idiota Jennie recogió el aparato para guardarlo en su bolsillo, pero cuando quiso ocultarlo, una idea mejor cruzó por su cabeza. Aun estando borracha, su orgullo estaba muy elevado.

Mientras las lágrimas mojaban sus sonrojadas mejillas, comenzó a escribir un texto haciéndose pasar por la dueña de aquel aparato. ¿Acaso querían seguir mofándose tras su espalda? Lo mejor
que podía hacer era enfrentar a la persona que estaba segura era la mente de todo esto.

"Estoy bien, Mino, pero necesito que vengas al departamento de la señorita Kin, tengo que hablar urgentemente contigo, besos." Y sin dudarlo pulso enviar para que fuese leído.

No se atrevía a subir la pantalla del chat para ver la imagen de nuevo, sus lágrimas corrían en silencio hasta mojar sus manos, estaba deshecha. ¿Para qué angustiarse más? Caminó tropezando con las cosas, la cocina parecía estar más lejos ahora que todo daba vueltas, podía estar borracha, pero no era capaz de borrar de su cabeza la imagen de Rosé, mientras le hablaba y le decía todas esas cosas absurdas, su pena, la desesperación en su voz, el ruido de la puerta cuando se marchó.

Tragó el nudo en su garganta cuando logró sentarse otra vez en el taburete de la cocina para continuar bebiendo. La quería, maldita sea, la quería tanto que correría tras ella, pero la palabra engaño se estampaba en sus pensamientos. No supo cuánto tiempo estuvo con la cabeza
apoyada en la superficie de mármol, hasta que el ruido del timbre llegó a su oído. Apartó la copa de vidrio que aún tenía una fina capa de vino, si antes no podía mantenerse en pie, ahora menos, tuvo que sujetarse de las paredes para llegar a la puerta, aunque con tanto alcohol en su sangre incluso ver le era imposible.

─ Rosé, ¿qué su...

─ ¡HIJO DE PUTA! ─El puñetazo impactó la mandíbula de Mino, empujándolo contra la pared del elevador.

El coreano sintió un líquido caliente salir por sus comisuras labiales, ni siquiera tuvo que tocar con sus dedos para saber que era sangre, tampoco tuvo que preguntarle qué pasaba, porque sospechaba lo que era. Antes de que Jennie volviera a darle otro golpe, sujetó su brazo y se movió de tal forma que el rostro de la castaña quedó apretado contra una pared.

─ Suéltame, ¡suéltame!

─ Tú y yo vamos a conversar siempre y cuando te dejes de mierdas, ten cuidado Kim, eres una mujer y por nada del mundo quiero lastimarte, pero no dejaré que me hagas daño. ─Mino no dejó de apretar las muñecas de Jennie para que quedara "prisionera".

Un sólo movimiento bastó para "lanzarla" al sofá más cercano, un movimiento seco y certero que impidió que Kim cayera al suelo. Mino cerró la puerta de una sola patada, escupió unas cuantas gotas de sangre hacia un lado porque le era imposible hablar, no le importaba manchar, estaba molesto por haber sido llamado de tan sucia manera. ¿Utilizar a Rosé para que viniera hasta acá?

─ Esta es mi casa, tú... tú ─Jennie estiró el brazo apuntándo al coreano con el dedo izquierdo─ tú vas a pagar.

─ ¿Qué hiciste con Rosé? ─Mino limpió el resto de sangre de su boca con la camiseta que traía puesta─. Dime ahora. ¡¿Qué hiciste con ella?!

─ ¿Por qué? ¿Ya no te sirve para seguir engañándome? ─La castaña trató de hacer el esfuerzo de levantarse, pero estaba cansada, borracha y angustiada─. Desde que apareciste tú...

Between love & timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora