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(Inglaterra 1711.)

Por amor y nada más que por amor, estaba haciendo lo que había empezado desde que volvió del futuro, si daba un paso atrás, si pretendía tomar la opción de ser feliz en esta vida, arruinaría la suya en el futuro. Jennie le había preguntado si era el momento y ella lo había confirmado.

La castaña se sentó al borde de la cama con bastante dificultad, la mialgia (dolor de músculo) le impedía realizar con plena
libertad algunos movimientos, pero no al punto de quedarse paralizada, no aún. Rosé se movía para ayudarla, se colocó detrás suyo en la cama para estirar la blusa y dejar que ella introdujera lentamente los brazos donde correspondía. Aun dentro del lamentable contexto, Lethood sonrió. ¿Cuándo había vuelto a ser una niña?

Amor mío, si bien mi estado no es el mejor, ─tragó salivarepito, no me arrepiento de haber hecho el amor con usted.

Pero eso terminó por agotarla. ─Sus palabras poco podían entenderse, se mezclaban con el llanto─. ¿Cómo puedo estar feliz? ─Rosé apoyo el rostro en el pecho de la escosesa, mientras se quebraba─. ¿Sabía que sería la última vez antes de nuestra muerte?

Jennie en completo silencio asintió, acariciaba con la punta de sus dedos la suave nuca de Rosé, mientras trataba de respirar de mejor manera, quería transmitirle seguridad y firmeza en cada uno de los pasos que darían a partir de ahora, pero al parecer tenía el efecto contrario, su ángel lloraba más.

Con un movimiento firme se levantó de la cama y, aunque las náuseas eran enormes, se mantuvo de pie afirmándose de su pareja. Miró sus manos que estaban calientes y húmedas, rojas y delicadas, cualquier roce en cualquier parte de su cuerpo le molestaba, pero seguía firme.

─ Entonces ¿cuáles serán los planes? ─Rosé secó las lágrimas y miró a Jennie tan llena de amor como su alma podía, estaba abrazándola por la cintura para afirmarla─. ¿Regresar?

Sí. ─Tembló─. Pero sé del lugar donde me gustaría morir, porque significa mucho para mí, no tengo hogar, ni familia, pero sé dónde quiero estar con usted al fallecer, sólo hay un problema.

¿Cuál? ─dijo la rubia con el rostro pegado al cuerpo caliente de Lethood, su aroma era exquisito sobre todo cuando traspasaba la tela de la suave blusa que llevaba puesta.

No tengo la fuerza para mantenerme de pie, mucho menos para llevar las riendas del caballo, le pido perdón por ello amor mío. ─La castaña hundió el rostro en el cabello ondulado de Rosé, por el bien de ambas una de las dos tenía que ser la que fuera firme sentimentalmente─. Tendrá que hacerlo usted.

No podían quedarse más tiempo, la gente que la reina había mandado a buscarlas estaba cerca, y la gran recompensa monetaria que ofrecía por la captura de ambas era sabida por todos. Sin dar mayores detalles le pidió al hombre de la recepción del hotel si podía ayudar a su "hermana" a subirse al caballo porque no se sentía bien. Fue así como en el patio trasero, él hombre empleó parte de su fuerza para que Jennie se impulsara y pudiera subirse al caballo, sentada detrás de Rosé, sin embargo como mantenerse incluso en esa posición era agotador, tuvieron que sujetarla por la cadera a la de la inglesa con unas telas.

El hombre del hotel recibió un poco de dinero por su buena voluntad, con un simple "muchas gracias" y "adiós" ambas se despidieron y salieron por la parte trasera hacia un camino poco transitado. ¿No era extraño que dos mujeres fueran solas de esa manera en un caballo? No tuvo tiempo para reparar en más detalles porque desde adentro del hotel solicitaban su presencia.

Between love & timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora