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Taeyang miraba preocupado a Rosé. ¿Por qué estaba conversando con ese chino? La primera y única vez que los vio juntos, ella estaba pálida y con muchos deseos de llorar. Por supuesto que le preguntó eso ahora que estaban afuera de la cafetería lejos de ese hombre, mas, lo único que Rosé se limitó a decir fue "son asuntos privados y míos, no es nada de lo que tenga que preocuparse porque carece de peligro". Santo cielo, claro que no debía preocuparse, pero ese calor molesto aparecía en su estómago y se revolvía hasta dirigirse al resto del cuerpo, especialmente los puños, estaba celoso, maldición, estaba celoso y lo reconocía, pero no lo diría.

Detrás de ellos apareció Jennie, miró por unos segundos de una forma tan extraña a Rosé, que creyó que hablaría y terminaría gritando, sin embargo, callada entró al vehículo sentándose en
la parte de atrás con los brazos cruzados y la vista al frente, estaba pensando en algo y quería saber de qué se trataba.

─ Puedes sentarte al lado mío si quieres, o ¿sabes conducir? ─Taeyang le preguntó a Rosé.

─ No no no, ni siquiera sé andar en bicicleta, no y... ─Rosé tuvo la tentación de decirle que iba a sentarse atrás con Jennie, pero la muchacha emanaba tanta ira aun sin hablar, por eso se acomodó en el lugar del copiloto y se colocó el cinturón de seguridad─. Señor Özkan, ¿por qué llegaron a la cafetería?

Taeyang se sonrojó, miró el espejo retrovisor en busca de ayuda, pero Jennie estaba con la vista al frente casi sin pestañear.

─ Pues, porque teníamos un mal presentimiento, es decir, temíamos que te pasara lo mismo que cuando terminaste en un bar peligroso.

─ Pues estaba en una conversación importante. ─La rubia apretó sus dientes, estaba molesta con ellos, pero no quería demostrarlo porque quería mantener su figura de señorita, al menos por ahora─. Ese chico no me hará daño, lo del otro día fue un malentendido, así que pueden dejar de preocuparse por él.

─ Entonces perdónanos por preocuparnos. ─Taeyang estaba avergonzado, pero la mano de ella en su hombro lo tranquilizó.

Esa muchacha que había llegado sin previo aviso a sus vidas emanaba una tranquilidad impresionante, era una mujer inocente sacada de una película inglesa o eso le hacía sentir. Estaba más cerca de la verdad sin saberlo.

Kim por supuesto que se percató del gesto, pero no miró la escena, la ira estaba atascada en su garganta y no quería hablar porque se metería en problemas.

El turco las dejó en el departamento y aunque tenía ganas de conversar un rato más con ambas, sentía mucha vergüenza por lo que había sucedido, porque no era quién para prohibirle a Rosé juntarse con otras personas. Arrancó su precioso deportivo de allí, dejándolas solas afuera del edificio.

Rosé pensó que Jennie iba a mirarla o dirigirle la palabra, sin embargo, ella se dio la vuelta y entró para abrir las puertas del elevador. ¿Serían las palabras de Mino las que provocaron cambio en su humor? Estando ambas en el elevador, un pequeño recuerdo llegó a su cabeza, no tenía imágenes, pero sí sensaciones. Calor en su boca, un abrazo, mucho deseo en su cuerpo y oscuridad, eso, sólo oscuridad.

Cuando las puertas del elevador se abrieron Jennie se adelantó para digitar la clave de seguridad en la entrada del departamento, cuando ambas estuvieron dentro, cerró la puerta de golpe provocándole un gran susto con ello a Rosé.

─ ¿Qué es lo que le sucede señorita Kim? Creo que su comportamiento deja mucho
que desear para alguien a quien consideraba una dama, bueno, que comenzaba a creer que lo era.

─ Mira a tu alrededor Cavendish, no estás viviendo sola, estás aquí porque te dije que te quedarías acá hasta que recordaras quien eras, sin embargo por causalidades de la vida me entero que tienes un amigo que forma parte de tu pasado, que lo recuerdas. ¡¿Y no me has contado?! ¿Quieres que piense mal de ti?

Between love & timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora