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─ ¿Te sientes bien? ─susurró Taeyang al borde de la oreja de la joven rubia en un tono tan suave que la tranquilizó.

Tal como lo había prometido, bailaban sobre la pista, mientras en el ambiente sonaba una canción lenta, muchos miraban la escena, otros simplemente se animaban a escoger una pareja para moverse también. El turco afirmaba por la cintura y con delicadeza su cuerpo, dejando que descansara el rostro en su hombro, hace media hora había despertado y a pesar de que él le decía que podían irse, Rosé decidió quedarse para disfrutar más de la velada. ¿Por qué se había desmayado? No estaba enferma, no se había asustado, sólo se había girado hacia la señorita Kim para mirarla fijamente y dar por finalizada la conversación, pero de un segundo a otro perdió la consciencia.

Jennie, que bebía vino, los miraba desde la mesa en la que habían comido. La psicópata bailaba lentamente con el rostro apoyado en el cuerpo de su mejor amigo, había despertado hace poco y cuando lo hizo ocurrió algo extraño. La observó varios segundos de una manera tan inusual, como si buscara respuestas en ella, como si hubiera descubierto algo importante. En esa misma búsqueda, ella se sintió atrapada por sus ojos marrones que brillaban con intensidad, pero la atmósfera que habían creado desapareció cuando Taeyang llegó para prestarle ayuda.

La castaña bebió vino lentamente sin dejar de mirarlos. ¿Por qué Rosé se había desmayado? ¿Estaba relacionado con la pena al contarle todas esas cosas? ¿Era su culpa? En parte sí, pero no del todo, la pérdida de la consciencia de la rubia estaba más relacionada con la teoría de las almas y la reencarnación, pero por supuesto Jennie no lo sabía. Miró sus manos unos segundos. ¿Se había desmayado por el estrés que ella le provocaba?

..............

─ Hay un piano allí, dijiste que sabías tocarlo como toda una maestra. ¿Te atreverías a hacerlo frente a todos aquí?

A la rubia le dolió el pecho recordar esa noche, cuando tocó el piano por última vez en el siglo 18, la noche que William intento abusar de ella, la noche que viajó al futuro y llegó a este mundo.

─ ¿O tienes miedo?

─ Es que nadie me conoce aquí señor Özkan, creerán que quiero obtener atención por sobre la de los demás, ya todo el mundo estuvo pendiente de mi persona cuando me desmayé. ¿Hago bien tocando el piano?

─ Haces bien Rosé. ¿Recuerdas que te dije que te buscaría trabajo? ─Ella asintió tímida─. Me encargué esta noche de esparcir rumores sobre tu capacidad innata para tocar el piano, créeme cuando te digo que conseguirás trabajo si subes.

─ ¿Ha hablado sobre mi talento aún sin conocerlo? ─Las mejillas de Taeyang se volvieron rojas, quizás había cometido un error al hablar más de la cuenta. Pero cambió de parecer cuando Rosé sonrió─. Muchas gracias por esa cuota de confianza que ha puesto en mí, pero debo admitir que eso me pone más nerviosa porque ¿qué tal si fallo? ¿Qué tal si no logro superar las expectativas de los asistentes?

El muchacho se separaró un poco para mirarle a la cara. ─ Lo harás bien, si no confías en ti, ¿entonces quién?

Todos sonrieron gratamente sorprendidos cuando Taeyang Özkan tomó posesión del micrófono y anunció que tenía un regalo para el cumpleañero. Sean Wellington era amante de la música clásica y por supuesto que reaccionó encantado cuando el turco dijo que Rosé Cavendish tocaría una pieza de piano como un obsequio. Jennie abrió los ojos impresionada, no tenía conocimiento alguno de que la psicópata pudiese tocar un instrumento y mucho menos el piano, que requería tiempo para aprender, quizás era una de las cosas que hacía antes de perder la memoria.

Los invitados, los cientos de invitados en ese salón de eventos quedaron maravillados cuando la rubia caminaba hacia el piano, parecía una muñeca con una elegancia tan notoria, una señorita, una mujer de modales evidentes.

Between love & timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora