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Con el semblante serio estaba observando tras esa ventana, al avión que la llevaría a donde su intuición se lo pedía, sólo así podría encontrar respuestas y tal vez una solución a su actitud. Miró hacia el costado, no sabía porque estando lejos de Jennie, recurrió a Taeyang Özkan para que le diera consejos, cuando en realidad tenía cierto miedo a sus ojos y a su persona. ¿Él también era parte de su vida pasada?

El turco miraba los boletos de avión que habían comprado, sus cejas duras delataban la naturaleza de sus pensamientos. No parecía una mala persona, pero ¿por qué estaba haciendo esto? ¿Qué sacaba con ayudarla? ¿Sería su bondad real o sólo una
máscara que ocultaba otras intenciones? Al parecer el turco se había sentido observado, pues giró la cabeza hacia ella, sorprendiéndola en el acto, cuando no dejaba de mirarlo.

─ Van a llamarnos. ¿Estás segura de que es esto lo que quieres? ─Taeyang se inclinó hacia adelante con un poco de entusiasmo, pero dolor al mismo tiempo, que ella deseara ir a aquel país sólo podía significar una cosa, la Rosé que él había conocido, podía estar volviendo. ¿Qué tan bueno o malo podía ser eso?

─ Sí, estoy segura.

─ La gente va a preguntar por ti, tu familia debe estar vuelta loca y... Jennie. ─Cerró los ojos, mientras apretaba la mandíbula, su reacción con un toque de celos, no le gustaba para nada a Rosé. ¿No se suponía que era su mejor amigo?─. Jennie debe estar peor.

A Rosé se le llenaron los ojos de lágrimas. ─ En este estado soy un peligro para cualquiera. Te lo pregunto a ti, Taeyang ¿me vas a acompañar a Inglaterra?

...................

(1 de febrero de 1711, Exeter, Inglaterra.)

Las gotas caían poco a poco dentro del recipiente, su propósito no sólo era el frenar las gotas de lluvia que se metían entre las tablas, sino además acumularlas para su consumo. "Una, dos, tres..." la escosesa llevaba así contándolas desde que se había puesto a llover hace dos días, cada vez que la vaciaban. Su cabeza le dolía tanto como su pecho, pero ahora que había despertado y la poca luz del día se infiltraba chocando con sus ojos, sabía que todo esto iba a tener un fin más pronto de lo que pudiese imaginar.

Sintió pasos a su lado, pero no se inquietaba, el aroma y esa presencia sólo podían ser de la mujer que había amado en esta vida. Rosé se sentó a su lado, allí en el suelo sobre el forraje que ya se encontraba húmedo. En otros tiempos el lugar había estado en buenas condiciones, pero ahora sin sus dueños y tras un incendio, apenas se sostenían sus paredes.

Con delicadeza la rubia dejó su mano sobre la frente de Jennie, ni siquiera se molestó en decir que estaba con una fiebre alta, pues desde que habían salido de Plymouth que ese estado era normal en ella, con sus altos y bajos.

─ Iré a buscar un poco de madera para hacer fuego, lo único que nos queda son dos pescados que pesqué ayer y algo de pan.

─ No, no se agote tanto, por favor. ─Asintiendo, Rosé se agachó, depositó un suave beso en los labios de la castaña, se abrazó a sí misma para soportar el frío y salió de allí.

Los ojos de Jennie se inundaron con las lágrimas que había estado reteniendo. ¿Cómo una mujer tan bella como Rosé, terminó en paupérrimas condiciones? Una mujer digna de beber vino de la mejor cosecha, de comer los más exquisitos manjares que la nobleza pudiera brindarle. ¿Cómo estaba con su ropa y zapatos húmedos, con las ojeras bajo sus ojos y el cabello despeinado? No podía arrepentirse de haberla amado, porque había sido la bendición y la luz en su tormento, sólo que viéndola en ese estado lamentaba ser parte del motivo que la tenía así.

Between love & timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora